Recuerdo aquellas solanas
y las ovejas pastando en la ladera,
mientras yo con mi capa tapado
me resguardaba detrás de un matojo
de aquél aire castellano que la cara me quemaba.
Hoy veo que en aquellas solanas, no hay ovejas,
ya no se sienten repicar los cencerros,
solo veo hierba que crece sin control
y las jaras que tapan los caminos y roderas.
Las paredes se caen, y los robles continúan creciendo
ya no hay senderos
solo una tierra surcada medio tapada de musgo y hojarasca
nos deja huella de que un día esas tierras se araban.
Quedan algunas fincas cerradas con fincones
que otras generaciones arrancaron de la madre roca,
qué continúan siendo testigos del tiempo
con nombres grabados en su cara.
La hierba crece en los prados y valles,
ya no se oye el repicar de las guadañas,
tampoco se oye el toque a la vacada,
solo esa hierba será pastada por las llamas.
Quisiera vivir muchos años para seguir viendo,
para ver si un día todo cambia de rumbo
o se continuaran perdiendo las huellas
hasta que otras generaciones descubran que en Aliste hubo vida,
por los nombres grabados en los fincones.
Triste, muy triste, melancolico....
guardo una buena dosis de recuerdos y anécdotas que pasan por mi mente.
Gúmaro, 22 de septiembre de 2010
Asi es la vida, pero gracias a tu documento siempre seguiremos ahi
ResponderEliminarGracias