jueves, 25 de febrero de 2010

El lobo


Aliste tierra de lobos y ovejas. Por eso en las matanzas y reuniones familiares no faltaban siempre las historias y cuentos de lobos contadas por nuestros abuelos o personas más longevas.
Estas historias y cuentos a veces escalofriantes, recorrían nuestro cuerpo para al final ponernos los pelos de punta.
En mis años jóvenes  en Lober, y más bien por mi vida pastoril, fueron varios los encuentros con lobos,  y muchas veces de noche, viviendo en mis carnes aquellos escalofríos de las historias aquellas que de niño me habían contado en las matanzas o en las noches de invierno al amor de la lumbre.
Con apenas 12 años comencé a dormir en el chiquero, seguramente era el más joven  del pueblo  que de noche  guardaba las ovejas para que no fueran desgarradas por el depredador. Bien tranquilos se quedaban en mi casa, al acompañarme un perro lobo que llevaba por nombre “Corbato”,  y  que no sólo me tranquilizaba a mí, sino a todos los pastores que por los alrededores campaban con sus ovejas.
Recuerdo la primera noche que dormí con las ovejas en una tierra en el “LLagal” yo sin miedo, porque  también  dormía  Rufino en una tierra colindante, Manolo un poco más arriba, y Tomasin  por el otro lado. Era por los primeros días del mes de marzo, y en todo el año no vi que se acercara el lobo ninguna noche. El Perro me lo habían prestado por nosotros cuidarle unas ovejas al dueño de Ceadea, y al año siguiente le dijimos al dueño que lo vendiera, ya que por el día el perro vagabundeaba por ser Lober un pueblo con poco monte, considerábamos que no era necesario y el perro perdería las cualidades que tenía para  no dejar acercar a el lobo. Al final el perro se vendió a un ganadero de Abejera, donde el lobo le atacaba al ganado diariamente en el “Casal.”
Al año siguiente, llegando el mes de marzo comenzamos a dormir en el chiquero  en una tierra grande donde prácticamente había que dormir allí toda la primavera. (Los agüerones). Las primeras semanas también tenía de vecino a Rufino, a Paulino, y lindando por la parte de arriba a Consuelo. Al cabo de unas semanas estos vecinos se fueron mudando a otras tierras, quedando yo sólo por aquel paraje. Ya no era igual, había menos perros, y la sensación de miedo se había agravado. Una noche de luna llena recuerdo bien que debía ser por el mes de mayo allá por las tres de la mañana, las ovejas dan un “rudión”(1) y se agrupan en una esquina del chiquero,la perra pequeña que tenía se refugia debajo de mi cabaña con el rabo entre las patas, yo me levanto sobresaltado y veo un lobo dentro del chiquero, fue entonces cuando viví en mi cuerpo el escalofriante frio que recorrió mi cuerpo de pies a cabeza dejándome los pelos de punta, a mí se me cortó el habla y ni siquiera podía sujetar la cayata con la mano, el lobo al verme, de un salto se tiro fuera del chiquero y la perra se refugiaba debajo de la cabaña por otro lobo que había detrás de la cabaña. Como cada tarde recogía leña,  encendí  fuego, ya no me dormí mas en toda la noche y el lobo se auyentó.
Al año siguiente en el alto de la mina casi se repetía la misma escena, las ovejas dieron el “rudion” (1), la perra salió corriendo por detrás de la cabaña, yo oí un gruñido, y la perra acojonada otra vez con el rabo entre las patas se refugiaba en mi, pasaron un par de horas y la escena se repetía, esta vez yo estaba bien despierto, vi al lobo, yo encendía  el mechero y el lobo se marchó rápido. Pero por la mañana cuento las ovejas varias veces y siempre me faltaba una,  y efectivamente, estaba el peladero(2) y los huesos  de la oveja entre unas jaras no muy lejos de la cabaña, por lo que pudieron ser dos lobos ya que una oveja un lobo no la come toda, se harta y el resto se lo lleva y lo entierra para comer al día siguiente, y en este caso estaban allí todos los huesos.
En otra ocasión me mato cuatro corderos, esta vez era a medio día en el prao de la “Majadaarriba”. Aquel día yo cuidaba las paridas, y mi  hermana los “vacios” (3). Mi padre nos llevo la comida a medio día, como mi hermana no estaba muy lejos nos juntamos para comer en una buena lumbre que ella tenía y yo dejé solas las ovejas y los  corderos en el prao. Al cabo de más o menos una hora que yo regreso al prao había tres corderos muertos y desgarrados y uno se lo había llevado, las ovejas cogieron el camino y se marcharon a casa, esperando estaban a la puerta del corral. Mientras comíamos en unos robles que había en la solana las “pegas”(4) cacareaban, y mi padre dijo: Cuando las pegas andan así, lobo o zorro hay, pero no pensamos que en tan poco rato el lobo pudiera llegar a los corderos, ya que los corderos estaban en el “abeseo” y entre medio hay un valle(Valdelmayo), descampado donde había más pastores, por lo que suponemos que el lobo dio la vuelta por el camino Samir, pasó hacia el Carril de San Pedro, y bajó el alto abajo, ya que siguiendo las pisadas venían del alto, luego se metió un agüeron  que baja a parar al prao donde se encontraban los corderos.
Es curioso, siempre que he visto al lobo huye hacia el alto donde divisa más, y donde mejor puede observar.
Y en la vida pastoril no lo vi más. Pero aun me queda otra anécdota, esta vez sin ovejas, esta vez venía de festejar de Moveros, debían ser alrededor de la una de la mañana, y en un camino que sale de Moveros y llega hasta la N122 mas o menos frente al empalme de la Carretera de Gallegos del Río, pues viniendo por ese camino pinché la bicicleta, sin más remedio que venir andando con la bicicleta de la mano, noche de primavera pero sin luna, y pasando el camino de la” Brea” más o menos frente a Valdecañizas  en plenas majadas de Ceadea oigo rugir las hojarascas a un lado de la carretera, por lo que el escalofrío me corrió por el cuerpo hasta dejarme el pelo de punta, no tardaron muchos minutos que veo que el lobo pasa a no más de seis metros delante de mi cruzando la carretera, eso te deja acojonao, pero es que acojonao, el me seguía por los lados de la carretera, de vez en cuando yo oía rugir las hojarascas, el  continuaba atravesando la carretera de un lado a otro. Ya pasado la sierra de Mellanes en la “Furnia” cruzaron dos lobos hacía el lado de Samir y ya no los vi más. Quizá esta noche haya sido la noche que más miedo haya pasado en mi vida, pero todo se quedo ahí, yo de alguna manara pensaba no hacerle daño, y siempre queriendo ser su amigo.
De entonces aquí lo he continuado viendo algún día cuando voy en los veranos a Moveros, yo que suelo madrugar para ir a dar un paseo hasta Ceadea. En la carretera de Moveros suele pasar todas las mañanas antes de salir el sol, siempre que lo he visto ahí, pasa de derecha a izquierda yendo hacia Ceadea.  Pero ya sin sentir el escalofrío que en aquellos años me dejaba con el pelo de punta.
(1)    Agruparse en una esquina del chiquero.
(2)    Desperdicios de la oveja.
(3)    Ovejas que no crían
(4)    Urracas.
24 de febrero de 2010.
Gúmaro

martes, 9 de febrero de 2010

EL ROSARIO

Debía ser por los años 50 ó 60 contado yo y mi amigo Antonio con 10 u 11 años de edad.

Había un cura en Lober, D. Antonio González, que cumpliendo con su misión decía el rosario durante casi todos los sábados del año. Pero llegando el mes de mayo el rezo se extendía a todos los días del mes.

Por aquellos años los rapaces teníamos una gran afición a repicar las campanas. Rapaces habíamos muchos en el pueblo, y el cura no era muy partidario de repicar las campanas durante mucho rato por no tratarse de una fiesta, si no de una simple llamada a esa oración. Y era por eso que los rapaces nos disputábamos el subir al campanario a repicar, lo cual ganaban siempre los más grandes.

Un día, cansados mí amigo Antonio y yo de que los rapaces más grandes no nos dejaran repicar, pesamos hacerle una putada, la cual habíamos estudiado un buen rato antes. Llegó la hora de repicar para el rosario, y como siempre, nos quedamos con las ganas, si bien sólo los más grandes nos dejaban subir a tocar alguna de las tres señales que tocaban después de repicar antes de entrar al rosario.

Pues acabado de repicar, Antonio y yo subimos al campanario, bajamos los pantalones y defecamos untando las cadenas de las campanas con los excrementos para cuando subiera algún rapa mayor se embostonara las manos. Y así fue, hicimos la trampa, subió Eloy, y efectivamente se untó las manos, cuando bajo D. Antonio le preguntó qué pasaba al ver la cara que traía y marchar derecho al pilón a lavarse las manos. Eloy le respondió: las cadenas de las campanas están embetunadas. D. Antonio no tardó muchos segundos en comprender y reaccionó diciendo: ¿han puesto mierda? A lo que Eloy contesto: Si señor, hay mierda.

D. Antonio comenzó la investigación, Antonio se marcho a su casa, y yo me escondí, pero yo debía ir al Rosario, de no hacerlo en mi casa se iban a enterar y el asunto se iba a complicar más. Una vez habían entrado al rosario, yo salí del escondite y entre rezagado. Los rapaces siempre subíamos arriba de todo en la iglesia, pero yo aquél día decidí quedarme abajo por llegar tarde y no molestar subiendo iglesia arriba cuando el cura había comenzado a rezar el rosario.

Grande fue mi sorpresa cuando entré en la Iglesia y ver que D. Antonio que rezaba el rosario detrás de la puerta cuando normalmente lo hacía desde el púlpito. Yo entré y mientras el rosario solo pensaba de salir el primero y meterme en casa, pero D. Antonio que ya estaba preparado detrás de la puerta no me dejó salir, me retuvo. Cuando ya había salido la gente me hizo preguntas mientras yo temblaba como una vara verde, y le acabe diciendo que yo había sido el autor, a lo que él me respondió con dos hostias en la cara y una patada en el culo, y tener que confesar lo ocurrido al día siguiente.

Pero no acabo todo ahí, llegado a mi casa mi padre ya se había enterado. Todavía al recordarlo siento los vergajazos que recibí aquella noche.

Mi amigo Antonio quedo ileso, en su casa no se enteraron por que no fueron al rosario y no se enteraron de los hechos.

Al día siguiente recuerdo que era día 28, y era feria en Gallegos del Río, en la feria dicen que no se hablaba de otra cosa enterándose todos los pueblos del contorno.

Yo hasta pocos años lo recordaba con retraimiento.

Gúmaro, 9 de febrero de 2010.