martes, 10 de abril de 2012

RESPONSO DE SAN ANTONIO DE PADUA

El responso de San Antonio de Padua es una petición que antiguamente los pastores hacíamos a este santo para que nos protegiera el ganado de el depredador y tan temido. “El lobo”.

Yo comencé a  una temprana edad a ir a dormir con las ovejas al chiquero, tan solo tenía 12 años, y más bien creo que por  el miedo que me daba que por que me comiera las ovejas el lobo, pues intenté buscar esa milagrosa oración que yo muchas veces  había oído a los mayores  que protegía el ganado de las fieras y más concretamente de el lobo.

No sabía como  ni de que manera me podía hacer para aprender  esa oración o plegaria que yo confiaba en la tranquilidad que me daría al saber que si yo responsaba las ovejas iba a estar exento de que el lobo me viniera a visitar de noche, y poder acostarme  pensando que si tenía responsadas las  ovejas  esto serviría para que el depredador se alejara pasando desapercibido de mi de  mis ovejas.

Quizá fuera el lobo una de las cosas más temidas en cuanto al “miedo”, fruto este,  de los cuentos que desde niños nuestros mayores y abuelos nos contaban en reuniones familiares  al amor de la lumbre y sobre todo en los días de la matanza, que recuerdo que cuando nos contaban esto, podíamos pasar la noche sin dormir recordando lo que nos contaban.

En el “Astro” (pasillo) de mi casa  casi tocando al techo había una tabla que servía de estantería donde se guardaban algunos libros ahumados y viejos que  seguramente los antepasados habían traído de Cuba  o de Buenos Aires en  la emigración a esas tierras allá a finales de los años 1800.  Yo mientras mis padres no estaban en casa, y por miedo a ser reñido, pues aprovechando la ausencia me ponía a rebuscar  aquellos libros, que entre los cuales  había algunos religiosos o de misa, y en uno de ellos encontré el tan buscado responso de San Antonio de Padua, que yo guardé para escribir dicha plegaria en  la hoja de un cuaderno, y que para escribirlo recuerdo que  cogí la tinta en la escuela en un frasco lo más seguro que era de alguna inyección que casi eran los únicos que había en aquella época. Una vez escrito el responso lo guardaba en mi cabaña doblado entre las pajas para que no fuera descubierto por nadie.

Todas las noches al encerrar las ovejas en el chiquero y al tiempo de quedar amajadadas y tranquilas, en la oscuridad de la noche cunado todo estaba en silencio si apenas se oía  el canto de algún mochuelo en algún roble seco cercano, yo encendiendo una vela y a su frágil luz rezaba el responso a San Antonio. Por fin lo aprendí de memoria  y ya no me hacía falta leerlo ni la luz de la vela, lo que me hacía pasar la noche sin estar continuamente pensando en la visita de la temida fiera. Y como dice el refrán, que lo que pronto se aprende  tarde se olvida al día de hoy  y después de más de medio siglo aún hoy recuerdo.

Si buscas milagros, mira
muerte y horror desterrados,
miseria y demonio huidos,
leprosos y enfermos sanos.

El mar sosiega su ira
redímanse encarcelados
cuéntanlo los socorridos
díganlo los paduanos

El peligro se retira,
y se marchó sin cuidado
miembros y bienes perdidos
recobran mozos y ancianos

A ti te ofrezco mi oración
Antonio bendito y Santo
Y mi oración a ti llegue
donde halle favor y amparo

Señor oye mi oración
pues a ti te suplico y llamo
para que dignos así
de tus promesas seamos.
Amen.

No se si dio esto o no resultado, pero en los años que dormí en el chiquero, solamente en una ocasión el lobo me llevó una oveja, y cunado la comió volvió a buscar otra, pero ya no me cogió desprevenido. En otra ocasión lo vi que saltó al chiquero mientras las ovejas se refugiaban en una esquina, tampoco es esta ocasión lo deje que se llevara presa. Recuerdo que en otras dos ocasiones se salieron las ovejas del chiquero mientras dormía, y tanto una vez como la otra anduvieron las ovejas toda la noche sin rumbo, encontrándolas por la mañana bastante lejos del chiquero, pero  una vez más no faltaba ninguna.

Gúmaro. 10 de Abril de 2012