martes, 26 de febrero de 2013

LA CUARESMA TIEMPO DE AYUNO Y ABSTINENCIA.


La llegada del carnaval marcaba el tiempo de cuaresma, un tiempo en el que el ayuno y la abstinencia eran obligatorios impuestos por la iglesia, cosa que se respetaba en mayor de las casa en los pueblos de nuestra comarca alistana.
Como ya comenté en otro artículo  publicado en este mismo blog, la iglesia vendía una bula,   cuyo documento  daba autorización del papa   de ciertas obligaciones religiosas a quien lo poseía, entre ellas se autorizaba a comer “tocino”  o cualquier clase de carne durante la cuaresma  excepto los viernes que era de obligación abstenerse
Si bien, cansados de comer tocino cada día (cuando lo había) bien venia una vez a la semana cambiar la dieta, pues  para los viernes se hacía tortilla de patatas dado que en tiempo de cuaresma las gallinas estaban en plena postura y había huevos suficientes para abastecer las necesidades de la casa. También, la comida de este día podía combinarse con conserva de escabeche o sardinas en lata, huevos cocidos con bacalao, o unas patatas cocidas con las raspas del bacalao aliñadas con un refrito de aceite de oliva.
Personalmente a mi alguna vez me daba la tentación los viernes de ir al chorizo y hacer un pecado, y cuando nadie me veía iba a la choriza que estaba empezada y cortaba un trozo de la manera que menos se notara la falta, pues si estaba el corte en la parte recta apenas se notaba si cortabas medio furco, si el corte estaba en la curva cortaba toda la curva, pues con la choriza aún tierna  se hacía otra vez la curva sin que apenas se notara la falta.
El día de viernes Santo,  y hasta el Sábado Santo hasta más o menos las 12 del medio día era día de ayuno y abstinencia. Ya por tradición todas las amas de casa se proveían de pulpo para la comida de medio día y un poco de escabeche con unas aceitunas negras para la cena. El pulpo que llamaban de media cura era un pulpo seco de un color morado oscuro  previamente secado en secaderos, este pulpo se ponía en remojo unos tres días o cuatro y cuando estaba remojado  aumentaba su  tamaño más del doble. En aquellos años, tanto el pulpo como el bacalao eran productos asequibles al alcance de todos, o mejor dicho era comida de pobres.   El pulpo de media cura, a parte de la cuaresma estaba presente en casi todas las ferias de la comarca, y la temporada era era en los meses del calendario que tuvieran “R”, es decir, desde el mes de septiembre hasta el mes de abril. A las ferias acudía la gente de los pueblos a vender el ganado, y si habían vendido y consideraban que habían hecho una buena venta, acudían a las pulpeiras  a comer unas rodajas de pulpo con un cuartillo de vino.
A las ferias del cutro de cada mes  y los dos cristos  de marzo y septiembre en San Vitero venían las pulpeiras de Galicia. Estas fechas practicamente  marcaban  el principio y el fin de la temporada pulpeira. Las pulpeiras hacían una buena lumbre y cocían el pulpo en calderas de cobre  y luego vendían en raciones  con una jarra de vino a los feriantes. A las ferias más pequeñas como el 28 en Gallegos del Rio o el 15 en rabanales,  la pulpeira era de Alcañices, una mujer que  era conocida por la  la Ti Cascaja.  Con el fin de las ferias de ganado todo esto se ha ido perdiendo, ya que de las ferias solamente queda el nombre, si bien en las ferias del Cristo de marzo y septiembre en San Vitero  las pulpeiras continúan. Hoy lo cuecen en calderos de acero inoxidable por  una normativa que  considera nocivo el cobre para el uso y cocción de alimentos.

Gúmaro, 26 de marzo de 2013