domingo, 31 de agosto de 2014

CONSUMIDORES DE TIEMPO LIBRE REMUNERADO


Desde mediados de los años 60 todos hemos dispuesto de un tiempo estival de ocio que cada uno consume a sus posibilidades, unos lo consumen en pasar un tiempo al lado de la familia, incluso ayudar en las faenas de recolección como casi todos los alistanos hicimos hasta no hace muchos años,  año tras año que, aun a sabiendas de desollar nuestras manos acudíamos a nuestros pueblos de origen.

Hasta mediados de los 60, apenas unos cientos de madrileños más privilegiados acudían unos días de veraneo para refrescarse en las playas del norte de España, y los catalanes huían del suburbio de la ciudad para remojarse en las cristalinas aguas de la Costa Brava. Era la época del 600 y comenzaban a llegar a nuestro país los primeros europeos que a un precio ridículo podían revolcarse 15 días al sol en las arenas de nuestras playas mientras la masa obrera en España  calzando zapatillas de esparto y pantalones azules apenas teníamos de descanso las ocho horas dominicales. Debido a la invasión europea de veraneantes en nuestro país, se comenzaron a construir verdaderas ciudades donde solo había campos de cultivo en toda la costa mediterránea para albergar a todos aquellos europeos atraídos por nuestro sol, gastronomía, cultura y folclore.

Desde mediados de los años 70 son muy pocos los españoles que no se han pasado una semana  de relax consumiendo su tiempo libre en las costas valencianas o andaluzas, facilitando consumir mejor este tiempo  con la llegada del IMSERSO, si mal no recuerdo en el año 1978.

 El IMSERSO  es un instituto que depende de los Servicios Sociales que se encarga de programar turnos de vacaciones para los jubilados cubriendo así las plazas que los turistas en temporada baja dejan de ocupar, con lo cual se pretende alargar la temporada turística manteniendo así las plazas turísticas que nuestro país necesita.

Durante  los últimos años los jubilados aún jóvenes procedentes de las reconversiones industriales llevadas a cabo en los últimos años han tenido la oportunidad de disfrutar cada año de unas vacaciones asumibles a su pensión, si bien, de alguna manera viene a compensar los primeros años de vida laboral cuando calzaban las zapatillas de esparto y el pantalón azul de trabajo durante toda la semana.

Desgraciadamente, cada vez menos gente puede tomarse unas semanas de vacaciones. Por una parte, la escasez de trabajo no permite hacer un extra fuera de casa. Muchos pensionistas dejan de planear vacaciones para ayudar a sus hijos y nietos en situaciones críticas, por otra, gran parte de hipotecas contratadas por gente inexperta en tiempos de vacas gordas, están haciendo imposible generar unos ahorros para vacaciones. Y finalmente por otra, la precariedad laboral cada vez más arraigada en España hace que, aparte de no generar ahorro tampoco  se disponga de ese tiempo libre que llamamos vacaciones volviendo así a los orígenes de pantalones azules y zapatillas de esparto.

31 de agosto de 2014.


Gúmaro