miércoles, 30 de junio de 2010

El POZO LLAMERÓN


En el pozo llamerón
una galaza guardaba,
la fuente Valdecarbayo,
que así la gente llamaba.

Aunque aquel agua era herrada
a ti la sed aplacaba,
ovejas burros y vacas
y todo el que por allí pasaba

Con aquel agua sobrante
unas huertas se regaban,
que era la envidia de muchos
cada vez que las miraban.

Algunos caciques del pueblo,
a otros metían cizaña
para ver cómo podían
secar aquella fuente herrada.

Era por los años 80,
y el alcalde que mandaba,
reunió allí a los vecinos,
provistos de pico y pala.

A la orden del alcalde,
comenzaron a cavar,
y desde aquel día las huertas,
se dejaron de regar.

El agua que un día regaba,
aquellas frondosas huertas,
entre juncos se perdía,
y nadie que aprovechaba.

Al cabo de pocos años,
el agua al pueblo bajaron,
para regar otros huertos,
de los caciques que cavaron.

Hoy añoro aquella fuente,
cuando voy por el lugar,
veo allí los juncos verdes,
sin la sed poder aplacar.

Gumaro, 30 de junio de 2010

sábado, 5 de junio de 2010

EL MES DE JUNIO

EL MES DE JUNIO.


Y siguiendo con mis recuerdos de Aliste, esta mañana me viene a la memoria aquellas mañanas del mes de junio que me despertaba con el tic tic tic tic, aquel sonido que producían los golpes de piqueta que mi padre daba sobre el “gadaño (1)” fijado en un yunque o bigornia clavada en el suelo, lo que se decía picar el “gadaño(1)” Este trabajo era de artesanos, ya que los golpes dados en el corte del gadaño debían se rectos, de modo contrario el corte quedaba ondulado y no cortaba la hierba. Debía ser muy temprano cuando se ponía a hacer este trabajo mientras las vacas comían el último pienso antes de “uñirlas”(2) para mi madre o mi hermana coger la pareja con el arado encima del yugo para ir a bimar o vinar alguna tierra antes de que el sol calentase mucho por miedo a que la mosca picase a las vacas que uñidas(2) este pequeño insecto podía hacer un desastre.

Si bien mi padre al levantarse, ya me había llamado para que saliera de la cama para ir a pelar una cesta de hoja a los negillos (3) del prado de la patera para los gorrinos. Yo medio dormido movía las cholas sobre el suelo que era de madera para que oyera y me quedaba otro poco. Pero al rato y no verme por allí ya me avisaba haciendo acto de presencia, y la cosa se podía poner más tirante.

Muy trabajoso era en cualquier pueblo de Aliste este mes de junio que quedaba compensado con el descanso de los meses de invierno, pero en este mes se debía segar la hierba, recogerla el pajar o tenada. ¡¡¡ Que picotazos!!! de los cardos y agatinas mientras se encalcaba en el carro o en el pajar, en este último se sufría mucho por el polvo natural que soltaba ha hierba seca en el pajar normalmente poco o nada ventilado. Este trabajo se compaginaba con algunos otros que era de ley hacerlos como labrar los huertos y plantar algunas hortalizas como remolacha, pimientos, tomates, sembrar fréjoles y alubias, y por supuesto cavarlos. La viña también necesitaba cuidados que debían hacerse en este mes.

Como el invierno había sido muy largo, y seguido de una corta primavera, los graneros estaban bajo mínimos y los gorrinos en la corteja no dejaban de chillar, posiblemente por el poco alimento que tenía la hoja de los “negrillos”,(3) los yerbos, los ramayos y las abrietunas, todo esto acompañado de muy poca harina. Por eso, más o menos alrededor del 15 de este mes cuando ya la cebada cambiaba el color dorado que había adquirido e n la últimas semanas por un color más blanquecino, se procedía a la siega de esta mies, para en los próximos días llevarla a la era y posteriormente a la trilla, que al día siguiente aprovechando una mañana de aire castellano se limpiaba, que en acto seguido se cargaba un saco en los lomos de la burra para llevar al molino aprovechando antes que la sequia agotase el agua dejando de funcionar el molino. De esta manera podíamos tener harina para ya todo el verano para los gorrinos al mismo tiempo que podíamos disponer de paja para las cuadras.

Y ya en los últimos días de mes se esquilaban las ovejas despojándolas de su vellón, y las mujeres la lavaban aprovechando los últimos pozos de agua por dejar de correr el arroyo y aprovechando también los calurosos días del mes de junio para un posterior secado, guardándola para en el mes de septiembre en el hilandar o filandar comenzar el hilado. Una vez las ovejas esquiladas, a primeros de julio las ovejas comenzaban la trashumancia hacia las sierras de Sanabria buscando pastos mas verdes y aguas más claras, quedando el pastor libre para unirse a los trabajos de la siega que comenzaba con la siega del centeno en los últimos días de junio.

(1) Guadaño

(2) Uncir

(3) Olmos

5 de junio de 2010.

Gúmaro