miércoles, 14 de mayo de 2008

La lana

La lana en Aliste, hasta finales de los años 1960, era la materia prima para confeccionar la mayoría de las prendas de vestido para toda la familia. Con ella se hacían paños y prendas de punto pero, antes, la lana requería un largo proceso de elaboración.

Nos tenemos que ir muchos años atrás, en una época en la que venían por los pueblos gentes que se dedicaban. única y exclusivamente. a elaborar la lana. Estas gentes procedían de Astorga, comarca de la Maragatería provincia de León. Eran familias que iban por las casas de Aliste haciendo dicha elaboración a la gente que se lo encomendaba. Eran los “maragatos”. Todavía hoy, en Lober, hay familias que provienen de aquella zona y época y que se afincaron en Lober, dedicándose mayormente a la labranza.

Los trabajos de la lana comenzaban el día de la “Esquila” de las ovejas. Días antes ya había pasado el afilador que preparaba las tijeras para dicho evento. Las tijeras, de enormes dimensiones, era la única herramienta que se necesitaba y los esquiladores las manejaban con gran maestría.

La esquila se hacía a primeros de junio. Se ataban las cuatro patas del animal con una cuerda de lana, para no lastimarlas, y tirado en el suelo, era despojado de su "Vellón", el cual envolvían con mucho cuidado las mujeres. Un buen esquilador tardaba aproximadamente una hora en cada oveja.

Después de esquiladas las ovejas, una parte de la lana se vendía tal como salía en vellones y, la que se dejaba para elaborar, se lavaba y se ponía a secar al sol. La lana que se usaba para colchones y almohadas se abría a mano, otra se cardaba y, después, se hilaba con la rueca para, por fin, hacer prendas de punto como toquillas, medias, guantes, calcetines, jerséis, refajos y jergones, entre otras.Las mujeres solían hilar al sol en cualquier rato que dispusieran de tiempo, hasta encima de la burra cuando se iban de un lado a otro, pero era en los típicos hilandares de las veladas nocturnas donde las mujeres se dedicaban especialmente a este menester.
La lana que se usaba para hacer paños en el telar, se hilaba en el “torno” después de cardarla. Este trabajo lo solían hacer los hombres por las noches, en el "escaño". El torno era un artilugio semimecánico compuesto de una rueda grande que movía el huso mediante una correa transmisora. Esta lana servía para tapar, o "trama.

Otra lana se "peinaba, lo que consistía en sacarla con los peines, que eran parecidos a las cardas, pero con las púas más largas. Esta lana se hilaba con la rueca, más fina que la que se hilaba con el torno y se llamaba “anzuela” o de urdimbre.

La operación de urdir se hacía en el telar, aquí era donde tenía lugar la última fase de la elaboración de la lana. En Lober había tres o cuatro telares en los cuales tanto tejían los hombres, como las mujeres pero, en cualquier caso, requería un buen aprendizaje de un buen maestro en la materia.

Cuando ya se había tejido el paño, aún quedaba otro proceso, el “pisonero”, que consistía en pasar el paño entre dos pesados rodillos para enfurtirlo.

En Aliste nuestros antepasados nunca compraban ninguna clase de ropa, pues, entre el lino y la lana, hacían todas sus prendas tanto interiores como exteriores para su uso diario, para invierno y verano, pues no había distinción de las prendas entre el frío y el calor.

Cada año se celebra el día de la “Comarca de aliste, Tábara y Alba” en diferente pueblo cada año (este año la organiza Carbajales de Alba) y allí, habitualmente, se puede disfrutar de las exhibiciones que reproducen algunos de estos trabajos de la pequeña industria alistana que, como tantas otras, van desapareciendo.

lunes, 5 de mayo de 2008

Nacer en Aliste

Nacer esa la parte principal de la vida, pero nacer en Aliste hasta hace pocos años era algo distinto a lo que es hoy en cuanto a costumbres se refiere.

El embarazo, las mujeres lo llevaban casi en secreto hasta bien avanzada la gestación, llegando a un punto que ya no podían esconder más. Durante el embarazo las mujeres no eran visitadas por ningún médico ni comadrona, y cuando llegaba la hora del parto, éste tenía lugar en casa de la que en breve sería madre, siendo ayudadas por mujeres vecinas o familiares que ya hubieran pasado por ésta experiencia.

En los primeros días de vida del recién nacido, no era la madre la que daba de mamar al niño, por considerar que en éstos primeros días la leche de la madre no era buena, y en su lugar lo hacía otra mujer que estuviera lactando a otro niño ya de meses, era “la amamantadora” esto lo hacían durante los dos o tres primeros días de vida del niño.

Los padrinos para el bautizo se buscaban entre parientes o amigos, o si bien anteriormente ya éstos se habían ofrecido. Estos padrinos también serían de bodas si estos aún Vivian llegado ese día.

A los ocho días aproximados con el toque de campanas anunciaban el día del bautizo, y si el niño corría peligro, éste se bautizaba en casa con “agua de socorro” agua bendita que la gente solía tener en casa traída de la iglesia el día de sábado santo, día de la bendición de ésta.

El día del bautizo asistía el padre, y en nombre de la madre, lo hacía la madrina, ya que hasta no pasada la cuarentena la madre no podía salir a misa, se bautizaba durante la misa del domingo, cosa que aún hoy persiste. El nombre que se ponía solía ser el del santo del día que nació, o también se acostumbraba a poner el nombre de algún familiar más cercano.

A la salida del bautizo, los padrinos tiraban los tradicionales confites, buscando para tirarlos la parte más seca de la calle, dado que en aquellos años las calles aún no estaban encementadas y el barro en invierno era abundante.

Era costumbre en el pueblo, cuando nacía un niño ir a visitarlo toda la gente del pueblo, llevándole algún presente para la madre, que solía ser alguna tableta de chocolate, o también unos garbanzos o alubias.

El día del bautizo se solía hacer una fiesta, invitando a los familiares a la comida, que hacía la abuela del niño, ya que siendo el bautizo tan reciente la madre aún no podía.
El niño se alimentaba de la leche materna, hasta que empezaba a comer comidas sólidas, lo primero que se le daba era el “pan mascado”, en aquel tiempo en todas tas casas el pan casero solía ponerse algo duro, y para dárselo al niño el padre o la madre se lo masticaban primero, de ésta manera el niño aún sin dientes lo empezaba a comer.

Después de dar a luz, la madre quedaba en casa sin salir guardando la cuarentena, pasada ésta, tenía lugar la “salida a misa" con el niño, y antes de entrar en la iglesia el sacerdote le echaba la bendición, este rito se debe a la presentación de la Virgen al niño el día de las candelas.
El niño iba creciendo y desde ya los primeros meses de vida, se iba acostumbrando al campo, ya que por circunstancias la madre era obligada a llevarlo con ella a hacer las geras del campo, ya que no siempre tenían con quien dejarlo.

A los seis años se llevaba a la escuela por primera vez, a todos nos costó nuestros lloros el primer día de la escuela, la edad escolar era de seis a catorce años, pero la edad escolar ya se compaginaba ésta con las jeras de la casa y del campo. No era una edad muy tardía que ya teníamos quehaceres designados, como partir leña, ir a buscar agua a la fuente. A la edad de catorce años, todos ya estaban incorporados prácticamente a todas las tareas del campo.
Por aquellos tiempos, después de catorce años en Aliste muy pocos eran los que tenían el privilegio de continuar estudiando, no es que fuéramos más torpes que en otras partes de la provincia que si lo hacían, es que Aliste después de ser una comarca pobre, deprimida, y con pocos recursos económicos, la mayor parte de los pueblos estuvimos incomunicados por cualquier medio de transporte con la capital de la provincia hasta bien entrados los años 1970.