sábado, 11 de junio de 2011

El DÍA DE LA SALUD

Y poco a poco y en pocos días dejaremos a trás la primavera por lo que dará comienzo el verano, y en los primeros días del mes de julio (el día 2) es la Virgen de la Salud patrona de la comarca alistana que se celebra en Alcañices donde acuden devotos de todos los pueblos alistanos que llegaban por caminos y veredas en los lomos de la sufrida burra. A parte del Cristo de septiembre, que se celebra el 14 de ese mes en San Vitero, la Salud es la última de las fiestas que se hacen en tiempo de primacera- verano a modo de romería por la comarca alistana.

Antiguamente se tenía esta fecha como referencia para comenzar a segar el centeno y el trigo, siendo estos los cereales que más se cultivan y se adaptan a la comarca alistana.

A esta fiesta también acudían vendedores ambulantes, con aperos de labranza: colleras y albardas para las caballerías, tornaderas y palas de madera para dar vuelta a la parva, hoces y guadañas. Tampoco faltaban los “Trilleros” de Cantalejo (Segovia) con los tradicionales trillos hoy ya desaparecidos o usados como piezas de museo. Tampoco faltaban los cantareros de Moveros con los tradicionales cántaros y barrilas, piezas claves para llevar el agua a la segada y la trilla con la que aplacar la sed de aquellos largos y calurosos días de siega.

Nunca olvidaré en los años de niño, cuando nos juntábamos para salir por la tarde a esperar los de la salud que llegaban a caballo en la burra con las compras en las alforjas y sombreo nuevo, y para los rapaces en el mejor de los casos podía ser un “ maragato” tradicionales de la confitería de Alcañices, el maragato, es un muñeco de dulce de rosquilla, que hoy más de medio siglo después, se continúan vendiendo en dicha confitería.

Como ya he comentado, a partir del día de la Salud,, y prácticamente en todos los pueblos alistanos, se comenzaba la segada, quizá la época más trabajosa del año en el campo alistano por la larga velada al sol, que podía ser desde las 6 de la mañana hasta pasadas las 10 de la noche, aunque de ahí debemos descontar el tiempo de las cuatro comidas que se hacían y el rato de siesta a la sombra del roble.

El cansancio nunca se notaba en los sufridos hombres y mujeres alistanos. Durante el día, y hoz en mano, se podían escuchar las coplas y canciones alistanas por las familias que en aquellos años por lo regular todas solían ser numerosas. Por las noches de regreso hacia el pueblo, se juntaban en grupos contando las anécdotas del día, o entonando alguna canción entre mozos y mozas a modo de diversión. Aún llegando a casa los mozos y mozas podían quedarse un rato sentados en un poyo en reunión tomando el fresco.

Gúmaro, 11 de Junio de 2011