Aliste tierra de lobos y ovejas. Por eso en las matanzas y reuniones familiares no faltaban siempre las historias y cuentos de lobos contadas por nuestros abuelos o personas más longevas.
Estas historias y cuentos a veces escalofriantes, recorrían nuestro cuerpo para al final ponernos los pelos de punta.
En mis años jóvenes en Lober, y más bien por mi vida pastoril, fueron varios los encuentros con lobos, y muchas veces de noche, viviendo en mis carnes aquellos escalofríos de las historias aquellas que de niño me habían contado en las matanzas o en las noches de invierno al amor de la lumbre.
Con apenas 12 años comencé a dormir en el chiquero, seguramente era el más joven del pueblo que de noche guardaba las ovejas para que no fueran desgarradas por el depredador. Bien tranquilos se quedaban en mi casa, al acompañarme un perro lobo que llevaba por nombre “Corbato”, y que no sólo me tranquilizaba a mí, sino a todos los pastores que por los alrededores campaban con sus ovejas.
Recuerdo la primera noche que dormí con las ovejas en una tierra en el “LLagal” yo sin miedo, porque también dormía Rufino en una tierra colindante, Manolo un poco más arriba, y Tomasin por el otro lado. Era por los primeros días del mes de marzo, y en todo el año no vi que se acercara el lobo ninguna noche. El Perro me lo habían prestado por nosotros cuidarle unas ovejas al dueño de Ceadea, y al año siguiente le dijimos al dueño que lo vendiera, ya que por el día el perro vagabundeaba por ser Lober un pueblo con poco monte, considerábamos que no era necesario y el perro perdería las cualidades que tenía para no dejar acercar a el lobo. Al final el perro se vendió a un ganadero de Abejera, donde el lobo le atacaba al ganado diariamente en el “Casal.”
Al año siguiente, llegando el mes de marzo comenzamos a dormir en el chiquero en una tierra grande donde prácticamente había que dormir allí toda la primavera. (Los agüerones). Las primeras semanas también tenía de vecino a Rufino, a Paulino, y lindando por la parte de arriba a Consuelo. Al cabo de unas semanas estos vecinos se fueron mudando a otras tierras, quedando yo sólo por aquel paraje. Ya no era igual, había menos perros, y la sensación de miedo se había agravado. Una noche de luna llena recuerdo bien que debía ser por el mes de mayo allá por las tres de la mañana, las ovejas dan un “rudión”(1) y se agrupan en una esquina del chiquero,la perra pequeña que tenía se refugia debajo de mi cabaña con el rabo entre las patas, yo me levanto sobresaltado y veo un lobo dentro del chiquero, fue entonces cuando viví en mi cuerpo el escalofriante frio que recorrió mi cuerpo de pies a cabeza dejándome los pelos de punta, a mí se me cortó el habla y ni siquiera podía sujetar la cayata con la mano, el lobo al verme, de un salto se tiro fuera del chiquero y la perra se refugiaba debajo de la cabaña por otro lobo que había detrás de la cabaña. Como cada tarde recogía leña, encendí fuego, ya no me dormí mas en toda la noche y el lobo se auyentó.
Al año siguiente en el alto de la mina casi se repetía la misma escena, las ovejas dieron el “rudion” (1), la perra salió corriendo por detrás de la cabaña, yo oí un gruñido, y la perra acojonada otra vez con el rabo entre las patas se refugiaba en mi, pasaron un par de horas y la escena se repetía, esta vez yo estaba bien despierto, vi al lobo, yo encendía el mechero y el lobo se marchó rápido. Pero por la mañana cuento las ovejas varias veces y siempre me faltaba una, y efectivamente, estaba el peladero(2) y los huesos de la oveja entre unas jaras no muy lejos de la cabaña, por lo que pudieron ser dos lobos ya que una oveja un lobo no la come toda, se harta y el resto se lo lleva y lo entierra para comer al día siguiente, y en este caso estaban allí todos los huesos.
En otra ocasión me mato cuatro corderos, esta vez era a medio día en el prao de la “Majadaarriba”. Aquel día yo cuidaba las paridas, y mi hermana los “vacios” (3). Mi padre nos llevo la comida a medio día, como mi hermana no estaba muy lejos nos juntamos para comer en una buena lumbre que ella tenía y yo dejé solas las ovejas y los corderos en el prao. Al cabo de más o menos una hora que yo regreso al prao había tres corderos muertos y desgarrados y uno se lo había llevado, las ovejas cogieron el camino y se marcharon a casa, esperando estaban a la puerta del corral. Mientras comíamos en unos robles que había en la solana las “pegas”(4) cacareaban, y mi padre dijo: Cuando las pegas andan así, lobo o zorro hay, pero no pensamos que en tan poco rato el lobo pudiera llegar a los corderos, ya que los corderos estaban en el “abeseo” y entre medio hay un valle(Valdelmayo), descampado donde había más pastores, por lo que suponemos que el lobo dio la vuelta por el camino Samir, pasó hacia el Carril de San Pedro, y bajó el alto abajo, ya que siguiendo las pisadas venían del alto, luego se metió un agüeron que baja a parar al prao donde se encontraban los corderos.
Es curioso, siempre que he visto al lobo huye hacia el alto donde divisa más, y donde mejor puede observar.
Y en la vida pastoril no lo vi más. Pero aun me queda otra anécdota, esta vez sin ovejas, esta vez venía de festejar de Moveros, debían ser alrededor de la una de la mañana, y en un camino que sale de Moveros y llega hasta la N122 mas o menos frente al empalme de la Carretera de Gallegos del Río, pues viniendo por ese camino pinché la bicicleta, sin más remedio que venir andando con la bicicleta de la mano, noche de primavera pero sin luna, y pasando el camino de la” Brea” más o menos frente a Valdecañizas en plenas majadas de Ceadea oigo rugir las hojarascas a un lado de la carretera, por lo que el escalofrío me corrió por el cuerpo hasta dejarme el pelo de punta, no tardaron muchos minutos que veo que el lobo pasa a no más de seis metros delante de mi cruzando la carretera, eso te deja acojonao, pero es que acojonao, el me seguía por los lados de la carretera, de vez en cuando yo oía rugir las hojarascas, el continuaba atravesando la carretera de un lado a otro. Ya pasado la sierra de Mellanes en la “Furnia” cruzaron dos lobos hacía el lado de Samir y ya no los vi más. Quizá esta noche haya sido la noche que más miedo haya pasado en mi vida, pero todo se quedo ahí, yo de alguna manara pensaba no hacerle daño, y siempre queriendo ser su amigo.
De entonces aquí lo he continuado viendo algún día cuando voy en los veranos a Moveros, yo que suelo madrugar para ir a dar un paseo hasta Ceadea. En la carretera de Moveros suele pasar todas las mañanas antes de salir el sol, siempre que lo he visto ahí, pasa de derecha a izquierda yendo hacia Ceadea. Pero ya sin sentir el escalofrío que en aquellos años me dejaba con el pelo de punta.
(1) Agruparse en una esquina del chiquero.
(2) Desperdicios de la oveja.
(3) Ovejas que no crían
(4) Urracas.
24 de febrero de 2010.
Gúmaro
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ResponderEliminarGumaro: En mi cuerpo percibí muchas veces ese miedo que comentas. Sabíamos que el lobo solo quería comer, que no atacaría a los humanos, pero no se podía evitar sentir un miedo atroz.
ResponderEliminarYo también vi el joio lobo varias veces atacándome el rebaño, pero siempre conseguí quitarle la presa. Sólo en una ocasión me robo un cordero a traición. No lo vi. Pero cuando estaba degustándolo tranquilamente al lado de una fuente, un chiquillo de unos ocho años iba corriendo por unos prados ladera abajo, y, al ir a saltar una pared típica de los minifundios del terruño, casi cae encima de la fiera. El lobo dejo la presa y salio zumbando y el chiquillo se volvió a casa muerto de miedo, sin hacer la jeira que le habían mandado sus padres, abrir la presa de agua y regar el patatal.
Por la noche la madre del cordero comenzó a balar por su hijo. Empecé a buscarlo por los corrales de los otros pastores pensando que se habría extraviado.
Cuando llegué a uno de ellos, me contaron, que esa tarde el lobo había tenido fiesta en los prados del Vallar. Pensaban que era suyo el desdichado cordero, su rebaño también había pasado por ese lugar, contándome lo que había visto el niño.
¡¡Joeer la broca que me echo mi padre por ir engayolada mirado para las alpabardas...!!
¡Y al chiquillo por parte de los suyos por no regar las patatas!
El único culpable de la historia fue el ladrón de lobo, que volvió a terminar de comer el tierno corderito, hijo de la oveja blanquita.
Un cariñoso saludo.
Gracias anónimo por participar, y en este caso eres una persona alistana por lo que apreciar(sin despreciar en ningún caso a los particupantes de habla inglesa) y bien conocedora de la vida pastoríl de aquellos nuestros años jóvenes. ¡¡¡Cuantas esperiencias vividas!!! cuantas ilisiones... Cuantos proyectos hacía, sobre todo cuando veía venir un coche por aquel camino que aún no era ni carretera.
ResponderEliminarMuchas gracias y un saludo.
Gúmaro
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