miércoles, 19 de enero de 2011

EL VENDEDOR DE CEREZAS

Debía ser a principios de los años 1900 en tiempo de primavera cuando en las comarcas de Sayago comienzan a enrojecer las primeras cerezas, y algunos sayagueses se desplazaban como arrieros para vender sus cerezas por la comarca de Aliste, siendo su capital Alcañices donde más posibilidades tenían de vender.

Mi abuelo Antonio “El Gúmaro”, natural de Ceadea y no menos como casi todos los alistanos en los primeros años de su juventud los dedicó como pastor, dado que la ganadería era la principal sustento de las familias, aprovechando su lana para el vestido, su estiércol para las tierras y unas pesetas en aquellos tiempos de los carneros que vendían para los gastos de las casas.

Un día, estaba mi abuelo con el ganado por el pago de “Prao nuevo” por las inmediaciones de la carretera N 122, cuando en tiempo de cerezas algún arriero sayagués se dirigía hacia Alcañices para vender a buen precio unas banastas de buenas cerezas. Mi abuelo, pensó un día en parar al arriero para preguntarle por el precio de las cerezas, ya estaba preparado y cundo vio venir al arriero se fue hacía él y le preguntó : Oiga Vd. Buen hombre, ¿Por cuánto me deja artarme de cerezas? El arriero que no se esperaba tal pregunta se quedo pensativo sin saber que contestar, pero cuando pensó le contestó. Pensando que vendía el Kilo de cerezas a tres perras gordas, y que por muchas que comiera no comería más de tres kilos, pues le dijo: Mira pastor, por una peseta y media te dejo comer todas las que quieras. Pero como no tendrás dinero en esta ocasión te vas a quedar con las ganas, a lo que mi abuelo le contesta: Si, buen hombre, si tengo dinero, que el otro día mi padre vendió unos carneros y me dio un poco de dinero, entonces el arriero dio la mano a mi abuelo y le dijo: pues trato echo.

El arriero se baja de la mula y la ata a un roble, mi abuelo se pone sobre la banasta y comienza a comer cerezas mientras el arriero lo miraba. Cuando ya llevaba un rato mi abuelo comiendo cerezas el arriero le preguntó: Oye pastor, estoy observando que desde que comenzaste a comer cerezas te tragas todas las caruñas, mi abuelo levanto la cabeza, lo miró y le dijo: De esta banasta me las tragaré todas, cuando comience la otra alomejor comienzo a tirar alguna.

Al oír esto, sin mediar palabra el arriero desata la caballería, le pega a esta una patada a la mula en la barriga, y dice, arre mulaaaaa…. Emprendiendo el viaje sin esperar siquiera a cobrar la peseta y media que en un principio habían acordado.

Al día siguiente, después de vender las cerezas que le quedaban en las banastas el arriero regresa de vuelta a su casa, cuando de lejos ve a mi abuelo y piensa, a este ahora le voy a decir una que no va a saber que contestar, y cuando llega a él le dice: Oye pastor ¿Cuáles ovejas pastan más, las blancas o las negras, y mi abuelo sin pensarlo le dice: A tantas a tantas, a ellas a ellas, levántele el rabo a las blancas y bésale el culo a las negras. El arriero se marcho mientras decía, nuca mas quiero tratos con un pastor.

Gúmaro, 19 de enero de 2011

3 comentarios:

  1. Bonita historia, Gumaro... anda que era tonto tu abuelo, ja ja!! Me llama la atención que tengais por ahí cerezas, aquí no se dan, no hay al menos árboles. Sin embargo, tenía una amiga de la zona de León, del Curueño, que está bastante alto, y siempre me contaba de las cerezas y guindas de su pueblo..
    Un saludo.

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  2. Aunque Aliste es una comarca con primaveras bastante frías, en mayor o menor cantidad siempre hay cerezas, el año pasado hubo bastantes, y algunas de ellas se conservaron en el cerezo hasta mediados de agosto. Los vecinos pueblos portugueses Cicouro y Constantin, aunque apenas nos separan 8 kilometros, cada año la bastante cantidad de cerezos que hay no le caben más en las ramas.
    Saludos

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