A veces me pongo a pensar en las “trastiadas” que de rapá hice, y la verdad es que no sé como en muchas ocasiones como salí con vida. Y es que cada vez que pienso en la espeluznante historia que voy a contar se me ponen los pelos como escarpias.
Podía ser ya la avanzada primavera o comienzos de verano, (más o menos yo con 12 años) cuando mi padre me mando a cavar la hierba que crecía por la viña del camino Tolilla, y en esto apareció por allí Angelito Teso algún año mayor que yo, el cual me comentó que el día anterior había estado en el molino”La Raya” y había visto que en la zuda y en la calienda del molino había muchos peces, y que yendo entre dos, y cortando el agua en la calienda, y luego vaciando la zuda cogeríamos todos los peces. Yo acepte ir, y más si me podía librar de cavar la viña, cogemos andando el Carrascal abajo y llegamos al molino más o menos a las 10 de la mañana, comenzamos tal como habíamos planeado a cortar el agua reventando la calienda y poniendo gajas con algas y espadañas, lo cual no se hacía difícil porque había bastante corriente de agua, pero al cabo de rato y trabajando un montón, conseguimos de cortar el agua, si no toda, si lo suficiente como para cuando vaciásemos la zuda, los peces quedasen con muy poco agua donde los podíamos coger fácilmente.
Una vez cortada el agua de la calienda, debíamos comenzar a vaciar la zuda, y para vaciar la zuda no había otra opción que vaciarla por la comporta del rodezno. Para ello debíamos primero inmovilizar el rodezno para poder trabajar desde encima del rodezno, cogimos un hacha con la que cortamos unos palos bastante gruesos y los metimos por entre las aspas del rodezno aprovechando las más ralas por ya faltar algunas. Una vez inmovilizado el rodezno abrimos la comporta para que se fuera vaciando y pusimos un saco en esta para que loa peces que el agua fuera arrastrando quedaran en el.
Es ahí cuando corrimos el peligro que Angelito y yo nunca vimos, el que la fuerza del agua hubiera desfrenado el rodezno, y hubiéramos salido despedidos contra la pared del “ranero” o en el mejor de los casos hubiéramos quedado mutilados de algún brazo o pierna, pero algo hizo que no fuera así.
El vaciado de la zuda tardo unas horas, no sé cuantas, pero ya había sobrepasado el medio día y la zuda tardaba en vaciarse mientras nosotros mirábamos los peces y algún cangrejo que había en el fondo. Tal como el nivel del agua bajaba, los peces subían escandalizados la calienda arriba aprovechando el poco agua que quedaba para escapar, cuando la zuda se vació, no había quedado ni tan siquiera una sarda, nos quedaba el consuelo de que el saco que habíamos puesto en la comporta estaría lleno. Pero cuando sacamos el saco entre los dos por que pesaba bastante, lo desatamos, y no había más que lodo, trozos de palos, basura y ahí quedó nuestra desilusión.
Cuando habíamos acabado el trabajo, y yo había llegado a mi casa era ya más de media tarde, mi padre me había ido a buscar a la viña, el trabajo que me había mandado no lo había hecho, por lo que pensó que había estado buscando nidos todo el día. Yo cuando llegue a casa conté toda la verdad, y en mi casa lo único que se alegraron que no me hubiese pasado nada, dado el peligro que en todo momento pudimos correr.
Gúmaro, 29 de enero de 2011
Hola Gumaro... es que los niños de entonces erais pelín burros, sanotes, pero burros. Me ha gustado mucho el lenguaje que utilizas, aunque algunas palabras no las entiendo del todo, me imagino de qué van. Un saludo y haz más memoria, que está muy bien!!!!
ResponderEliminarIRM
IRM, normal que haya palabras que no entiendas, pero es que los alistanos, y más los de mi época, de vez encuando nos sale aguna palabra de aquél ya casi desaparecido "Alistano". Y es que como yo digo, en muchas regiones de España no solo han coservado sus vocabularios, si no los han enriquecido, nosotros todo lo contrario, prácticamente lo hemos perdido.
ResponderEliminarSalusos