Cinco días hay en el año que relucen más que el sol: Navidad, Pascua de Flores, Jueves Santo, Corpus Crísty y el día de la Ascensión.
El día de Corpus, como bien dice el refrán, era una de las grandes fiestas del año, pero también es una de las que con el paso de los años ha perdido casi todo su esplendor.
Dicha fiesta se celebra un Jueves del mes de Junio, no tiene un día señalado por que es una de las fiestas movibles que hay. Era una fiesta religiosa, pero al mismo tiempo también folclórica.
El día de Corpus, la gente se levantaba temprano para hacer las “Jeras”cotidianas e imprescindibles de cada día, segar herraña, “forraje”, pelar hoja para los cerdos entre otras. A media mañana había que estar preparados para la celebración. Por la mañana cada vecino barría el trozo de calle que correspondía a su casa, o pajares, cortinas o lo que fuera, todo bien barrido y regado, dejando la calle cubierta de flores, “flores de San Juan”, ramas de hinojo, flores de piñón, y las paredes enramadas con ramas de chopo y de fresno, haciendo algún arco de vez en cuando con colchas sacadas del baúl para la ocasión. Todo el pueblo estaba vestido de gala entre el fuerte olor a tomillo que desprendían las flores. Es que tenía que pasar el Santísimo. A las doce más o menos se celebraba la misa, los mozos volteaban las campanas anunciando un gran día de fiesta, la Iglesia perfumada con flores y aquel agradable olor a incienso. Acabada la misa la Iglesia no se cerraba, quedaba el Señor expuesto, y custodiado por voluntarios que se iban relevando. Después de bien comidos, con la comida extra para aquel día, que solía ser un pollo de corral con arroz en la mayoría de las casas, luego se celebraba la procesión del Santísimo, el Santísimo iba bajo palio acompañado por seis mozos. Delante de la procesión iba el Pendón, el cual, era de enormes dimensiones, tenía que ser portado por un sólo mozo con excelentes condiciones físicas, éste mozo era llamado el jaqueton.
Acabada la procesión, a la salida se nombraba nuevo mayordomo para la función del Corpus del año siguiente, si no había voluntarios se nombraba uno siguiendo las rigurosas normas. El mayordomo entrante tenía que pagar la limonada para todos en aquél mismo momento, que después de bailar el baile de la medida, repartía a la “roda” un voluntario.
Acabado esto, era medía tarde, era hora de empezar el baile en “La Moral”, con una música compuesta por dos músicos, dulzaina y bombo y redoblante. Lober siempre fue un pueblo donde gustaba bailar a la mayor parte de la gente, ya fueran solteros o casados, por esto, toda la tarde seguía un baile con mucha animación, disfrutando todos de la fiesta, y como solían decir al tomar la limonada. “Que doy en un año”
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