viernes, 12 de septiembre de 2025

  Yo no olvidaré nunca aquella mañana que abandoné aquél pueblo donde mi familia había vivido. Yo me crié allí, crecí allí, trabajé allí hasta que un día pensé de buscar otra vida pensando que fuera mejor.

Era primavera y el día amaneció soleado. El día antes había metido las mejores prendas de vestir en una maleta de madera cerrada con un candado, y un viejo cinto la amparaba alrededor. Mi padre con la burra atada en el corral le ponía la albarda y sacaba las alforjas nuevas, mientras nuestra perra “ Chispa” movía el rabo de contenta, pues sabía que cuando se le ponían las alforjas nuevas a la burra se iba de viaje o a alguna feria de las que se solía ir. Mi padre sacó la burra a la calle y subió al poyo de mayar el lino para subirse encima de la burra, yo al lado con la maleta de madera para dársela a mi padre para sujetarla encima de la burra. Mi madre al lado mientras con el mandil secaba alguna lagrima que sus ojos rezumaban me dirigía la ultima palabra, cuando llegues nos escribes unas letras que sepamos de ti
..El camino, polvoriento y trillado por el rodar de carros, pastores y ovejas, y por el que yo tantas veces había caminado, parecía hacerse ahora más estrecho. La burra que ya era vieja y conocía bien todos los caminos, marcha a su paso cambiándolo solo cuando el padre de vez en cuando, la azuza dándole pequeños golpes con las albarcas en la barriga. La perra “Chispa” va de un lado a otro espantando los “correcarriles” que a esa hora de la mañana hacen rápidas carreras por las orillas del camino. Yo alaciaba diciendo adiós con la mano a un pastor que mudaba el chiquero en una tierra no muy lejos, mientras caminando tras la burra pensando si allá en la ciudad, a donde llegaría, también habría ovejas con el sonar de sus cencerras.
Y yo mirando hacia atrás y tropiezo con una duda que cae sobre mi alma: ¿Valdrá tanto la ciudad como para dejar aquí todo esto.Las citas en el rosario al anochecer en la iglesia a donde las mujeres acuden llevando velas y las mozas con sus mejores velos y a la salida pararse comentando las anécdotas de durante el día. Y las estrellas apiñadas a millones en el cielo y el sonido lejano de las voces de los pastores retumban en las galazas…¿Habría de todo esto en la ciudad?
.Por fin llegamos a Domez, el coche de línea es un viejo autobús de la empresa Lopez Ratón que hace la ruta hasta Zamora parando en la plaza de cada pueblo a recoger los viajeros. Viajeros casi todos emigrantes unos que van a la ciudad a comprar alguna cosa, otros para en Zamora pillar un tren a otra ciudad en muchos casos sin rumbo como era el caso.
Mi padre, arrima la burra a un poste de la luz y me da a mi la maleta, yo se la llevo al hombre de la gorra con visera y este se la pasa al que está subido en la baca del autobús, nuestra perra “ Chispa” ha empezado a ponerse nerviosa, unos perros que pasan por la plaza acompañando a una mula se acercan y le ladran, “Chispa” tímida y miedosa, trata de refugiarse entre las piernas mías que con la mano abierta le acaricio en la cabeza. La perra y yo nos miramos fijamente a los ojos y un par de lágrimas mías caen sobre la mirada triste de la perra.
El hombre de la gorra con visera que estaba subiendo los bultos dice con voz fuerte y seca:
-¡Nos marchamos!
-El que no haya venido que vuelva mañana.
En el interior del autobús unos hombres ocupan ya los asientos con ventana. Una mujer ya viejita, llega ligera y cansada arrastrando una pesada bolsa que el señor de la gorra de visera sube al autobús con cara de mala gana. Mi padre y yo nos abrazamos en silencio, mi padre no tiene palabras y yo pocas. No tengáis pena padre, que si en la ciudad no me van las cosas bien pronto vuelvo pa casa
Yo ya desde el interior del autobús vi a la perra “Chispa” con las patas delanteras puestas en el primer peldaño de la puerta aún abierta. Como si me buscara y mueve el rabo como queriendo decir adiós. El hombre de la gorra con visera que entra en ese momento le da un puntapié mientras le grita: -¡chuchi fuera..! -¡coño el perro de Dios... ¿A donde querrá ir..? “Chispa”l, suelta un gruñido de dolor y se marcha con la cabeza baja hacia el poste de la luz donde está todavía mi padre con la burra, la burra baja la cabeza, “Chispa” sube la suya, y ambos animales se tocan los hocicos diciéndose con sus alientos algo que nadie oye ni tampoco nadie entiende. Mi padre se toca la boina con una mano que tiembla y la gira un poco sobre la cabeza mientras con la otra mano saca del bolso del pantalón un pañuelo arrugado con el que trata de enjugar el agua que le está nublando la mirada...
El viejo motor del autobús arranca después de varios ronroneos dejando escapar una espesa nube de humos negros y comienza a rodar perezosamente la calle abajo, dos mujeres con toquilla nueva y velo sobre sus cabezas, cruzan la calle y se dirigen a la iglesia, las campanas están tocando las últimas señales a la misa de las ocho de un día cualquiera.
El hombre de la gorra con visera guía ahora el viejo autobús de la empresa Ratón que enfila ya la carretera sobre el puente del rio Aliste, yo sin palabras, por el cristal del autobús miro mientras retiro el vaho con la mano para ver como las encinas y las paredes de las cortinas corren veloces en dirección contraria como si vinieran de vuelta escapando de la ciudad..

 Homenaje a mi pino

El pino nació de la tierra de mi familia, plantado por mi suegro, Eduardo Rodríguez, en el año 2002. Desde sus primeros brotes, creció con fuerza y empeño, levantándose hacia el cielo, hasta convertirse en un gigante silencioso que nos dio sombra, frescor y compañía durante 23 años. Sus ramas se extendían como brazos protectores, y su presencia se convirtió en un refugio para la mirada, un testigo paciente de nuestra vida, casi un miembro más de la familia.
Con el paso del tiempo, su grandeza comenzó a traer preocupaciones. La copa se volvió tan extensa, y el peso de sus ramas tan imponente, que cada vendaval nos hacía temer por su caída. La carretera cercana, con su constante tránsito, añadía urgencia a la decisión que sabía debía tomar. La seguridad obligaba a pensar en despedidas, aunque el corazón se resistiera.
No fue fácil. Cada rama, cada agujita, era un recuerdo, un instante de vida compartida. Bajo su sombra habíamos reído, hablado, descansado; en su silencio habíamos encontrado consuelo. Mirarlo era contemplar la paciencia y la fuerza de la naturaleza, pero también la fragilidad de todo lo que amamos.
Y llegó el día. Un gigante mecánico apareció, y con su toque firme, el pino cayó al suelo. No fue solo un árbol el que se tumbaba: era un guardián, un testigo de nuestras vidas, un ser querido que nos decía adiós con dignidad y grandeza.
Hoy, aunque ya no esté en pie, su recuerdo permanece. Lo siento en la sombra que dejó en mi memoria, en la brisa que aún susurra entre sus ramas caídas, en la calma que nos enseñó a encontrar bajo su copa. El pino nos enseñó que todo en la vida tiene su ciclo: nacer, crecer, acompañar y despedirse. Y que aunque la forma desaparezca, la esencia permanece para siempre.
Siempre te recordaremos, Pino. Gracias por tu sombra, tu fuerza y tu silencio, por ser parte de nuestra historia y dejarnos la memoria de tu grandeza. 🌲

miércoles, 3 de septiembre de 2025

 

La leyenda del Santo Faburiño en Lober

Hoy os traigo una historia que yo oi algunas veces contar a mi madre, y ella había oído contar a otros ancestros del pueblo, no se si alguien por aquí la ha oído lo la conoce. Dice así:

Como todos sabeis, en la parte trasera de la iglesia de Lober, entre los muros de piedra cubiertos de musgo  están las antiguas paneras, donde los fieles depositaban sus diezmos, el 10% de sus cosechas que debían entregar a la iglesia. Durante generaciones, los habitantes de Lober habían cumplido con esta obligación, llevando trigo, habas y otros productos agrícolas como muestra de su devoción y respeto por la fe.

Pero con el paso del tiempo, la vida se hizo más dura. Las cosechas no siempre eran abundantes, y los vecinos comenzaron a sentir que dar siempre una parte de sus frutos era una carga demasiado pesada. Poco a poco, se negaron a pagar los diezmos, cansados de dar y de ver que sus esfuerzos no parecían valorados.

El Santo Faburiño, cuya imagen todavía se conserva hoy en el retablo de la iglesia, no tardó en notar la indiferencia del pueblo. Durante siglos había permanecido quieto, silencioso, observando a los fieles, pero aquel abandono lo enfadó profundamente. Un día, con gran decisión, se marchó de la iglesia. Cuando el cura entró en el templo y vio el pedestal que lo aloja en el retablo mayor estaba vacío, el pueblo entero se sorprendió. Nadie entendía cómo una figura santa podía irse. El sacerdote, lleno de alarma y temor, comenzó a gritar y vociferar entre las calles:

—¡El santo se ha ido porque ya no pagáis los diezmos!

Los vecinos murmuraban entre ellos, sorprendidos y algo asustados. Durante días nadie se atrevió a acercarse a la iglesia; algunos decían haber visto sombras moviéndose entre las piedras, como si el santo los estuviera observando desde lejos.

Un día, mientras un pastor llevaba su ganado de ovejas por las inmediaciones del Sierro, observó algo extraordinario. Allí, en lo alto de una peña, al abrigo de las jaras, estaba el Santo Faburiño sentado, tomando el sol y contemplando el horizonte con mirada serena. Maravillado, el pastor  dejo sus ovejas y fue al pueblo y dio aviso al cura:

—¡Padre! He visto al santo en el Sierro, sentado en una peña, a la brigada de las jaras!

El sacerdote, con el corazón lleno de esperanza y temor a la vez, decidió convocar al pueblo. Se preparó una procesión: hombres, mujeres y niños tomaron velas encendidas,  capas y mantos de crista, mientras el aire se llenaba del aroma de contrastes de tomillo, jaras y escobas que crecían por todo el sierro. Comenzaron a cantar, con voces que temblaban de emoción y reverencia:

"Santo Faburiño, pagaremos nos,
el diezmo de las habas,

Pagremos  nos,

Y si una y otr estrofa...

Subieron por  elcamino agreste de piedras y entre la vegetación del Sierro, estrofa tras estrofa, hasta llegar a la peña donde el santo los esperaba. Al verlo, los vecinos se arrodillaron y el cura pronunció palabras de arrepentimiento y promesa:

Santo Faburiño, desde hoy nunca más olvidaremos nuestro deber. Prometemos cumplir con el diezmo y honrar tu presencia.

Con gran cuidado y respeto, llevaron al santo de vuelta a la iglesia. El camino de regreso estuvo lleno de cantos y rezos, y todo el pueblo sintió que una paz cálida los acompañaba. Desde aquel día, los vecinos nunca dejaron de entregar sus diezmos, y el Santo Faburiño permaneció en el altar mayor, en su pedestal a la derecha del retablo, como recordatorio de la promesa y de la fe que une al pueblo con su iglesia

Emilio Pérez Roríguez

domingo, 31 de agosto de 2025

 LA ERMITA DE TOLILLA Y LOBER: HISTORIA TRADICION Y MEMORIA,

 La ermita de Tolilla y Lober hoy desaparecida forma  parte inseparable de la historia común  de estos dos pueblos. Durante siglos antes de que cada localidad contara con su propia parroquia, fue el templo en el que los vecinos se reunían cada domingo para participar en la misa. Su importancia no era solo religiosa, si no también social, pues constituía un lugar de encuentro que reforzaba los lazos de unión entre ambas comunidades.


La ermita de Tolilla y Lober hoy desapareida, foSe cuenta que en sus alrededores vivió un ermitaño, figura muy vinculada a la espiritualidad rural de la Edad Media y la Edad Moderna. La presencia de estos hombres de fe, entregados a la oración y la penitencia, confería a los templos un carácter especial y los convertía en centros de devoción y respeto.

El retablo de la ermita estaba presidido por las imágenes de San Fabian y San Sebastián, santos protectores y muy venerados en la tradición rural castellana. Sin embargo, hacia los años 60 del siglo XX, las tallas fueron expoliadas y desaparecieron, provocando un gran pesar en la comunidad. Con el tiempo las imágenes fueron localizadas en Madrid, recuperadas y devueltas y hoy se custodian en la iglesia parroquial de Tolilla donde siguen recibiendo la devoción de los fieles.

La construcción de iglesias en Lober y Tolilla allá por los años 1700, la ermita perdió su función como parroquia común, aunque se mantuvo como lugar de celebración en dos fechas señaladas: El Jueves Santo y el Domingo de Ramos. En  estas jornadas,  ambos pueblos acudían juntos a la ermita, reforzando el sentimiento de comunidad y recordando el papel que el templo había tenido en sus orígenes.

Junto al camino cercano a la ermita manaba una fuente de agua abundante, los monaguillos solían recoger allí el agua para el servicio litúrgico, aunque, según la tradición oral esta practica no era del agrado del sacerdote, y dicen que tras rezar en la fuente con un libro santo, el manantial empezó a perder caudal hasta secarse popr completo. En la actualidad, el  lugar de la fuente solo crece algún junco como testimonio mudo que aquella agua que dio vida a la ermita.

En tiempos más recientes, siendo párroco Don Mariano Pérez, se quiso recuperar la memoria del lugar. Se clavó una cruz de madera que aún persiste en el emplazamiento de la ermita donde aún pueden verse algún resto de muros, y desde entonces cada primer sábado del mes de junio, la comunidad celebra allí una misa en forma de romeria. Tras la ceremonia, los asistentes comparten una merienda campestre bajo las encinas algunas centenarias que aún persisten, acompañada de música popular, tradicionalmente con la gaita de Paulino.

De este modo, aunque la ermita ya no se conserva y la fuente se secó, su recuerdo permanece vivo en la devoción a los santos recuperados en la tradición oral trnsmitida de generación en generación en la romería anual. La ermita de Lober y Tolilla sigue siendo, en definitiva, un símbolo de fe, la unión y la identidad de dos puebkos hermanos.
Emilio Pérez Rodríguez 

sábado, 11 de noviembre de 2023

 Yo no olvidaré nunca aquella mañana que abandoné aquél pueblo donde mi familia había vivido. Yo me crié allí, crecí allí, trabajé allí hasta que un día pensé de buscar otra vida pensando que fuera mejor.

Era primavera y el día amaneció soleado. El día antes había metido las mejores prendas de vestir en una maleta de madera cerrada con un candado, y un viejo cinto la amparaba alrededor. Mi padre con la burra atada en el corral le ponía la albarda y sacaba las alforjas nuevas, mientras nuestra perra “ Chispa” movía el rabo de contenta, pues sabía que cuando se le ponían las alforjas nuevas a la burra se iba de viaje o a alguna feria de las que se solía ir. Mi padre sacó la burra a la calle y subió al poyo de mayar el lino para subirse encima de la burra, yo al lado con la maleta de madera para dársela a mi padre para sujetarla encima de la burra. Mi madre al lado mientras con el mandil secaba alguna lagrima que sus ojos rezumaban me dirigía la ultima palabra, cuando llegues nos escribes unas letras que sepamos de ti
..El camino, polvoriento y trillado por el rodar de carros, pastores y ovejas, y por el que yo tantas veces había caminado, parecía hacerse ahora más estrecho. La burra que ya era vieja y conocía bien todos los caminos, marcha a su paso cambiándolo solo cuando el padre de vez en cuando, la azuza dándole pequeños golpes con las albarcas en la barriga. La perra “Chispa” va de un lado a otro espantando los “correcarriles” que a esa hora de la mañana hacen rápidas carreras por las orillas del camino. Yo alaciaba diciendo adiós con la mano a un pastor que mudaba el chiquero en una tierra no muy lejos, mientras caminando tras la burra pensando si allá en la ciudad, a donde llegaría, también habría ovejas con el sonar de sus cencerras.
Y yo mirando hacia atrás y tropiezo con una duda que cae sobre mi alma: ¿Valdrá tanto la ciudad como para dejar aquí todo esto.Las citas en el rosario al anochecer en la iglesia a donde las mujeres acuden llevando velas y las mozas con sus mejores velos y a la salida pararse comentando las anécdotas de durante el día. Y las estrellas apiñadas a millones en el cielo y el sonido lejano de las voces de los pastores retumban en las galazas…¿Habría de todo esto en la ciudad?
.Por fin llegamos a Domez, el coche de línea es un viejo autobús de la empresa Lopez Ratón que hace la ruta hasta Zamora parando en la plaza de cada pueblo a recoger los viajeros. Viajeros casi todos emigrantes unos que van a la ciudad a comprar alguna cosa, otros para en Zamora pillar un tren a otra ciudad en muchos casos sin rumbo como era el caso.
Mi padre, arrima la burra a un poste de la luz y me da a mi la maleta, yo se la llevo al hombre de la gorra con visera y este se la pasa al que está subido en la baca del autobús, nuestra perra “ Chispa” ha empezado a ponerse nerviosa, unos perros que pasan por la plaza acompañando a una mula se acercan y le ladran, “Chispa” tímida y miedosa, trata de refugiarse entre las piernas mías que con la mano abierta le acaricio en la cabeza. La perra y yo nos miramos fijamente a los ojos y un par de lágrimas mías caen sobre la mirada triste de la perra.
El hombre de la gorra con visera que estaba subiendo los bultos dice con voz fuerte y seca:
-¡Nos marchamos!
-El que no haya venido que vuelva mañana.
En el interior del autobús unos hombres ocupan ya los asientos con ventana. Una mujer ya viejita, llega ligera y cansada arrastrando una pesada bolsa que el señor de la gorra de visera sube al autobús con cara de mala gana. Mi padre y yo nos abrazamos en silencio, mi padre no tiene palabras y yo pocas. No tengáis pena padre, que si en la ciudad no me van las cosas bien pronto vuelvo pa casa
Yo ya desde el interior del autobús vi a la perra “Chispa” con las patas delanteras puestas en el primer peldaño de la puerta aún abierta. Como si me buscara y mueve el rabo como queriendo decir adiós. El hombre de la gorra con visera que entra en ese momento le da un puntapié mientras le grita: -¡chuchi fuera..! -¡coño el perro de Dios... ¿A donde querrá ir..? “Chispa”l, suelta un gruñido de dolor y se marcha con la cabeza baja hacia el poste de la luz donde está todavía mi padre con la burra, la burra baja la cabeza, “Chispa” sube la suya, y ambos animales se tocan los hocicos diciéndose con sus alientos algo que nadie oye ni tampoco nadie entiende. Mi padre se toca la boina con una mano que tiembla y la gira un poco sobre la cabeza mientras con la otra mano saca del bolso del pantalón un pañuelo arrugado con el que trata de enjugar el agua que le está nublando la mirada...
El viejo motor del autobús arranca después de varios ronroneos dejando escapar una espesa nube de humos negros y comienza a rodar perezosamente la calle abajo, dos mujeres con toquilla nueva y velo sobre sus cabezas, cruzan la calle y se dirigen a la iglesia, las campanas están tocando las últimas señales a la misa de las ocho de un día cualquiera.
El hombre de la gorra con visera guía ahora el viejo autobús de la empresa Ratón que enfila ya la carretera sobre el puente del rio Aliste, yo sin palabras, por el cristal del autobús miro mientras retiro el vaho con la mano para ver como las encinas y las paredes de las cortinas corren veloces en dirección contraria como si vinieran de vuelta escapando de la ciudad..

miércoles, 7 de noviembre de 2018

RECUERDOS DE UN PUEBLO
 Y ya bien entrado el otoño en aquellos lejanos años en vísperas de San Martin cuando después de las primeras lluvias la facera tomaba un color verde bajo el tenue sol ya casi sin fuerzas bajo el alto cielo alistano en las serenas mañanas de suave escarcha y las gotas de rocío brillaban como perlas en las verdes hojas de la hierba surgida del otoño.
Las cubas del vino recién elaborado dejaba de cocer y se esperaba un día claro para taparlo y se ponía la espita para sacar las primeras jarras para acompañar los primeros calderos de castañas asadas.
El murmullo y los “ornidos” del tren dejaban una estela de humo bordeando la Sierra de la Culebra en las serenas mañanas, a veces el sonido de las campanas de algún pueblo cercano a lo lejos, nos recordaban la llamada al culto diario de los más devotos/as entre los que iba la criada del cura y no muchos más por tener que acudir a otros menesteres, “geras” diarias que ocupaban a las gentes de los pueblos de Aliste. En estos días de aquellos ya lejanos años empezaba el tiempo de las matanzas, después de todo un año, y en casi todas las casas con familias numerosas, las despensas ya habían quedado desalojadas, apenas si quedaba colgado algún “orejal” que estaba reservado para el día de la nueva matanza, y esto junto con algún hueso más y alguna “machorra” se hacía un consistente cocido para ese día.
Pan y pimientos de la reciente cosecha habían suplido a la escasez de las despensas. Un pimiento rojo, con un agujero y unas arenas de sal gorda eran un manjar para acompañar un trozo pan de la “guaza” desde que acababa el verano hasta que llegaba este tiempo en que las cocinas quedaban adornadas con las morcillas, los varales de las chorizas colgados del techo de la cocina, los butillos colgados al lado de la chimenea, los tocinos y jamones colgaban de las escarpias clavadas en la vigas para secarse al humo de las jaras que daban aquel gusto característico inigualable a las viandas de la matanza.
M e estoy refiriendo al pasado, pues de alguna manera yo esto lo veo como muy lejano después de ya casi medio siglo que salí de Aliste y, en estos cincuenta años apenas un par de ellos he vuelto a ver una cocina adornada como anteriormente he descrito, continúo pensando que muchos de los que esto leéis continuareis adornando las cocinas de la misma manera, pero sin tener que “rugir” el pimiento con las arenas de sal como yo recuerdo en aquellos años.
El día de la matanza era un gran trabajo tanto para las mujeres como para los hombres, también era como un día de fiesta, reunión de familias, el abuelo con la capa por encima los hombros ocupaba su sitio en el escaño contando sus “habituarios” de cuando era un rapá o sus aventuras y penurias en sus viajes a Cuba o Buenos Aires y que los rapaces apenas hacíamos caso a semejantes historias, también están presentes las conversaciones de nuestros padres contando el hambre, y el miedo durante la Guerra Civil, los años del contrabando, la ración y el hambre durante la posguerra. A parte de historias, anécdotas y otras, el juego de cartas y la tertulia acompañaba a los mayores en una velada que duraba hasta el filo de la media noche, mientras los rapaces y rapazas independientemente con una lumbre en el corral disfrutábamos con la “vejiga” la cual se acababa convirtiendo en zambomba. La no asistencia a la escuela el día de la matanza era considerado por el maestro/a como un día de de falta justificada.
Y vamos con el trabajo de este día. El día anterior los “cuchinos” se mantenían a dieta para que al día siguiente las tripas estuvieran lo más limpias posible, lo cual, provocaba que, los cuchinos acostumbrados a dos meses de abundante comida para la ceba armaban un gran revuelo en la corteja. La noche anterior a la matanza, denominada como “La pica de cebolla” ya se hacía una cena algo especial después de haber migado las Ogazas para las morcillas dejándolas en una caldera hasta el día siguiente A la mañana siguiente, y después de una reunión de los invitados en la cocina al amor de la lumbre para tomar unas pintas de agurdiente con pan torrado, empezaba la tarea con el “cohincar” de los cuchinos al sacarlos de la corteja con un gancho de hierro clavado en el hocico arrastrados hasta el banco donde tenía lugar el sacrificio, un matanchin certero era el encargado de hacerlo, las mujeres recogían la sangre en un caldero mientras la movían con el mango de la rueca para ser llevada a la caldera para hacer el mondongo para las morcillas. Una vez sacrificado el cerdo y chamuscado con pajas de centeno se habría en canal, la cual se lavaba con agua caliente y se añadía al mondongo de las morcillas junto con algún trozo de grasa y el azúcar correspondiente dejándolo reposar hasta la tarde, hora que se embutía en las tripas y más tarde serían entrecociadas en la caldera para luego colgarlas a secar. El cerdo una vez chamuscado y lavado era colgado de una viga en el “Astro” o en el portal donde se secaba hasta el día siguiente.
El lavado de tripas, este trabajo se hacía después de almorzar, eran llevadas a hombros en baños de madera hasta el rio buscando un sitio adecuado, siempre en una “gargallera” donde el agua bajaba con más fuerza y ayudaba a hacer mejor y más rápido el lavado, que una vez lavadas eran reservadas hasta la hora de hacer las chorizas.
Al día siguiente después de encender una buena lumbre en la cocina llegaba el Alcalde provisto de una romana para pesar los cerdos, y con arreglo al peso se debía pagar un tributo al Ayuntamiento, esto supongo era dependiendo del Ayuntamiento, pues en Ayuntamientos con pocos recursos se pagaba por esto para la subsistencia. Despues de tomar unas pintas de agurdiente con el alcalde y demás colaboradores se pesaban los cerdos y posterior despiece, separando tocino de jamones, espaldas y lomos y seleccionando la carne, de la cual se hacían dos clases de chorizas, unas las llamadas de “Bofes” las cuales eran las primeras que se comían cocidas o asadas en la lumbre, las de carne más buena se repartía entre chorizas y salchichón que se guardaban para el resto del año. La carne era adobada en baños de madera, principalmente los ingredientes eran: Sal, ajo y pimentón de la Vera el cual se dejaba durante 24 horas como mínimo antes de embutir en tripa, antes de embutir se hacia la prueba, en una sartén en la lumbre los “jijos” fritos para ver cómo estaban de sazonados, si tiraban a soso se le ponía un poco más de sal, aunque las expertas mujeres sabían equilibrar bien los ingredientes.
Una vez embutido se dejaban secar en la cocina al mismo tiempo que tomaban el humo para al cabo de unos días retirarlos la despensa donde permanecían. Igualmente los lomos se embutían en las tripas culares igual que lo comentado con las chorizas. Los tocinos se dejaban con sal por el espacio de tres semanas, una vez trascurrido este tiempo eran colgados en la cocina por el espacio de uno o dos meses para luego retirarlos a la despensa. Los jamones y espaldas permanecían por más tiempo de sal y se dejaban más tiempo en la cocina.
Los “guesos” de la cabeza, costillas espinazo igualmente se ponían en sal, estos por no más de una semana o 10 días, luego se dejaban colgados en la cocina, los cuales se cocían para acompañar aquellos caldos de berzas que comíamos de una misma cazuela al humor de la lumbre en aquellos gélidos inviernos.
Los mantos de la manteca eran derretidos en una caldera grande hasta quedar convertida en líquido, y luego guardada en ollas de barro para el condimento de la comida. Al deshacer la manteca de ponían rebanadas de pan en la caldera donde quedaban bien pringadas y luego con azúcar espolvoreada por encima.
Otro manjar, los Torrejones o turriones. Una vez la manteca en las ollas, quedaban los chicharrones, a estos se le añadía pan migado y azúcar al gusto, eran los torrejones o turriones, eran guardados en un “escriño” se podían comer calientes o fríos, a mi particularmente me gustaban calientes en la sartén y comidos con una cuchara, una comida de valor energético muy alto por la grasa y el azúcar.
Otro manjar: Las Febres o Hebras, lo que hoy denominamos “secretos” asados en la lumbre con sal gorda, recuerdo un gusto exquisito inigualable a las del día de hoy.
Y esto, son los recuerdos que yo guardo de un pueblo de la matanza, la cual era uno de los días más esperados del año en aquella época que nos tocó vivir.
Gumaro, 7 de noviembre de 2018.
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miércoles, 16 de noviembre de 2016

DE DONDE VENIMOS Y A DONDE CAMINAMOS

Quienes ya tenemos una edad somos  refrendarios directos de lo que ha ocurrido  en España y en Europa en los últimos  100 años,  refrendarios directos porque  de esos 100 años, llevamos vividos buena parte de ellos, y el resto somos  refrendarios de lo  que nuestros padres nos contaron de sus vivencias vividas en unos años  que, para quien los vivió no fueron nada fáciles, y que mejor que  ser  sabedor por haber vivido ciertas cosas sin tener que recurrir a lo que se escribe en los libros que dependiendo de quien los ha escrito dicen una cosa o dicen otra diferente.

Partiendo  del año 1931 con la segunda república española hasta el año 1936 que estalló el Alzamiento Nacional al parecer un periodo de tiempo copo brillante. En el año 1931 se aprobó la Constitución llamada del 31, con D. Manuel Azaña al frente  hizo algunas reformas con las que pretendía modernizar  a España. Del año 1933 al 1935 (llamado por las izquierdas el Bienio Negro, durante el cual gobernó el Partido Republicano Radical de Alejandro Larroux que al parecer era apoyado desde el parlamento por la derecha católica  de la Confederación española de Derechas Autónomas que querían rectificar las reformas primeras que habían hecho. Durante este tiempo se produjo el acontecimiento más grave del periodo,  la insurrección y socialista  anarquista   conocida como  La Revolución del 1934 que después apaciguo el gobierno con la intervención del Ejército.  Y la última etapa de la República estuvo marcada por el triunfo de coalición de izquierdas conocida  como Frente Popular en las elecciones Generales del 36 que solo duró cinco meses a causa del golpe de estado del General Franco del 18 de Julio del año 1936 dando paso a una Guerra Civil.

Durante la Guerra Civil 1936- 1939 en España hubo tres gobiernos, el primero presidido por  el republicano D. José Giralt que duró dos meses, el segundo fue el gobierno del socialista D. Francisco Largo Caballero que gobernó hasta 1937, y el tercer Gobierno fue presidido por otro socialista: D. Juan Negrin que gobernó  hasta primeros de marzo de 1939  que cayó con el Golpe de Estado del Coronel Casado que acabó con los Republicanos huyendo gran parte de ellos fuera de España cuando ya se acariciaba la Victoria del General  Franco.

Todos sabemos las masacres de la Guerra Civil por parte de uno y otro bando de los que gran parte de ellos se llevaron a cabo por  practicar la religión Católica o por vestir una sotana.

Acabada la Guerra Civil en Abril del año 1939 el  Régimen del General Franco  persiguió por todos los rincones de España a quienes eran simpatizantes de Izquierdas, gran parte de ellos inocentes que,  detenidos eran conducidos a los cementerios donde eran fusilados.

Acabada la Guerra Civil el embargo internacional  y los años de sequía  dieron lugar a los años del hambre en España,  se impuso la  una Cartilla de Racionamiento que duró hasta el año 1953 y fue la salvación de muchos españoles para no morir de hambre. La escasez de productos de primera necesidad dio lugar al estraperlo o contrabando que permitió el enriquecimiento de muchos y penurias y miserias para otros.

(II GERRA MUNDIAL)
Acabada la Guerra Civil Española  comenzó la segunda Guerra Mundial 1939-1945 en la que estuvieron implicadas la mayor parte de naciones del mundo, fue la mayor contienda armada de la historia donde hubo más de cien millones de militares movilizados en un estado de Guerra total con un resultado final de unos 70 millones de muertos.

De las cenizas de la II Guerra Mundial  nació la  Unión Europea  anhelando acabar con los conflictos que habían culminado en la  II Guerra Mundial. La Comunidad Europea del Carbón y del Acero fue el primer paso de una Unión Económica  con los primeros países fundadores: Alemania, Belgica, Francia, Italia, Luxenburgo y los países Bajos y que poco a poco con el paso de los años se han ido adhiriendo más países has tener en estos momentos 27.

Tras años en espera  y cumplimiento de requisitos, España ingresó en la Comunidad Económica Europea el 1 de Enero de 1986. Después del ingreso en la Comunidad Europea se produjo en España un periodo de prosperidad económica liderando por varios años seguidos el mayor índice de crecimiento de toda la Comunidad.

ENTRADA DEL €URO:
El €uro entro en circulación el 1 de enero de 2002 entre los Estados que lo habían adoptado entre los que se encontraba también España. Al día de hoy hay 17 Estados adheridos al € de un total de 27, de los que  a la fecha de hoy hay 10 ausentes. Si hacemos un balance económico de los últimos 100 años, los últimos 40 están entre los  mejores, si bien en la última década  ha habido la turbulencia económica que todos conocemos por la crisis mundial y que España  parece sentirse cómoda.
Pero que está pasando ahora ahora en la Comunidad Europea que tantos logros nos ha dado?
Reino Unido  desde su ingreso en la Comunidad Europea parece que nunca se ha sentido cómodo,  por fin después de 40 años de tira y afloja, en el mes de junio del año 2016  Reino Unido  con David Cameron    en el gobierno es llamado a las urnas para decidir su permanencia en la Comunidad Europea y el pueblo Británico decide abandonar por  un 48% a favor de la permanencia y un 52% que decide abandonar.

La situación política mundial en estos momentos está cambiando a favor de  volver a construir muros y fronteras poniendo en peligro la Unión Europea. En EE. UU hay indicios de que el Estado de California quiere tener su propio estado, si lo logra puede formar un efecto dominó que EE.UU se acabe convirtiendo en 52 países. En España  Cataluña quiere SI  o SI ser una República 
Independiente de España,  que si así llegara a ser la Republica Catalana quedaría fuera de la Unión Europea y Monetaria, en Francia el  FN de extrema derecha puede gobernar en un futuro no muy lejano con la principal pretensión de abandonar  la Unión.

La crisis financiera del 1929 tuvo consecuencias  económicas y sociales que favorecieron  a Europa que llegaran al poder los regímenes fascistas que acabaron con la segunda Guerra Mundial que ha dejado más muertes en la historia, como ya comenté más arriba  se calcularon entorno a los 70 millones de muertos.

La crisis desencadenada mundialmente en el año 2008 está provocando en toda Europa un ascenso importante de la derecha como  las encuestas dan a Francia y otros países comunitarios,  todo esto podría dar lugar que la historia se vuelva a repetir provocando el odio, la división, la unión y el respeto, cosa que en algunos sectores comentados ya se está dando.

¿Pero tan mal nos ha ido para querer voler atrás?


Gúmaro, 16 de noviembre de 2016.

jueves, 10 de marzo de 2016

DESDE JUNIO HASTA SEPTIEMBRE


Haciendo un recorrido por el mes de junio después de la piel curtida del mes de mayo de trabajos en huertas y cortinas empieza a entrar el mes de junio con la siega de la hierba con guadaña y su recolección nada sencilla ni tranquila, por si aparecían las temidas tormentas .Y entre una cosa y otra el cavado de patatas, siembra de frejoles, plantar y regar remolacha quitar las malas malas hierbas de cortinas y huertas. Nos metíamos en los fines de Junio / primeros de Julio con la siega con hoces del centeno y trigo, que duraba más o menos hasta Santiago (25 de Julio).

El sol abrasador de las horas centrales del día obligaban a madrugar para "amornalar" juntar los manojos tendidos en la tierra para evitar que se descabezasen las espigas, no muy tarde aparecía el ama de la casa con el almuerzo que normalmente eran patatas con una raspa de bacalao, para luego y después de segar unas tres horas más se hacia una parada de nuevo para tomar las diez, una posible tortilla de patatas acompañada con cebolla y pan sin olvidar el barril del vino que había permanecido toda la mañana a la sombra del roble para mantenerlo fresco. En acto seguido los segadores después de dar un pase de piedra a las hoces emprendían la siega de nuevo mientras el " atropador" se disponía a atar las gavillas, era muy peligroso que en las horas de más calor algún posible remolino de aire hiciera desaparecer todo el trabajo hecho. Alrededor de las dos de la tarde aparecia el ama sentada encima de la burra con la comida en una pota de porcelana o cazuelo de barro dentro de las alforjas. Un cocido de garbanzos con patatas que aún llegaba caliente, y una vez se comía había un rato de siesta a la sombra del roble, y poniendo de cabecera unas ramas de roble se podía descansar un rato, el cansancio se hacía sentir por lo que el sueño, siempre que las moscas dejaran era tam bien venido como la comida, después de una hora u hora i media, el mayoral comenzaba a afilar las hoces, con cuyo sonido despertaba la cuadrilla para volver al tajo hasta alrededor de las seis de la tarde que se hacía otra parada para la merienda que ya por costumbre denominábamos "tomar las cinco", otra vez a la sombra, una sombra ya larga por la caída de la tarde pero que aún las chicharras y cigarras anunciaban con sus cánticos que el calor de la tarde continuaba vivo, después de merendar un trozo de pan de hogaza, a veces mojado con agua por ser ya un pan de días, acompañábamos un poco de tocino cocido en los garbanzos y en el mejor de los casos aún podía haber un trozo de chorizo que también acompañábamos con una cebolla teniendo siempre presente el barril del vino. Al anochecer de vuelta a casa, había encuentros entre mozos y mozas que se divertían con cánticos después de una larga velada de trabajo y sol, siempre el buen humor estaba presente.

Luego los acarreos de los manojos / haces, de las morenas de las tierras a las medas de las Eras. Concluido el acarreo, los tendidos de las parvas: Centeno, centeno con algarrobas y trigo, en forma circular. Trillos al canto, parejas de vacas tirando de los mismos, y el run,run monótono y somnoliento de los trillos con sus piedras tipo pedernales triturando la molienda de las pajas, hasta que las parvas estuvieran listas para emparvar donde estaban mezclados granos y pajas molidas; y cuando el viento soplara de abajo o de arriba(Noreste y Suroeste), sin perder un minuto, de día o de noche, con los bieldos tirando al aire contra viento, las bieldadas de paja y granos enviadas a las alturas, donde el viento era el selector: “El grano, por la ley de la gravedad, al tener más peso y menos resistencia al viento, caía en forma vertical formando el pejo de grano bajo vigilancia de las baleadoras, y la paja era arrastrada un par de metros y más, al lado opuesto del grano, donde se emparvaba para luego en carros con costanas especiales llevarla a los pajares.

Con el grano, con sendas palas de madera, las palas romas, se iba formando el muelo cónico, que luego se encostalaba en costales para llevarlos en carros tirados por vacas a los graneros de los sobrados de las casa, costales de alrededor de los 60-80 kilos y a veces más, que a hombros había que subirlos generalmente por las escaleras de los sobrados hasta la esquina del granero.

Las operaciones de trillas y transportes de granos y pajas a graneros y pajares, en Lober solían estas concluidas antes del 5 de Septiembre de cada año dependiendo si era una época buena de aire. En Lober, si se cerraba la puerta del aire para los días18-19 de Septiembre que era la fiesta en aquellos años, todavía era común que hubiera residuales de parvones de paja expuestos en las eras, que de paso, las noches de las Fiestas, servían de cobijo disimulado para los arrumacos de mozas y mozos, que en las sombras de la noche, habían abandonado el baile en las cercanías del Chariz.

Así que se esperaban las Fiestas como “agua de mayo”, luego de meses de ajetreos interminables, de mucho sudar y de poco dormir; con muy poco descanso poco comer y si muchas preocupaciones. (Luego vendría las recolección de las patatas y los aprestos de la sementera para el cierre del ciclo anual).

Y también esos días de Septiembre, eran decisivos para el “estado de ánimo del vecindario”. Si la cosecha había sido buena, y recompensaba los sacrificios de todo un año, cubriendo las necesidades de subsistencia de las familias ¡ No se podía esperar más! Las celebraciones eran mucho más animadas, y el estado de ánimo rebosaba de optimismo y felicidad. En caso contrario, sí había celebración, pero con un ánimo caído y preocupado. Así era la vida permanente de los vecinos de Aliste labradores, que eran casi el 100 x 100. Con sobresaltos y preocupaciones existenciales permanentes, donde estaban a expensas de los elementos meteorológicos; y donde las lluvias o las sequías y el agua o la falta de ella eran decisivas en nuestras vidas.

Y vamos a las comidas tradicionales de las Fiestas
:
La comida del primer día de Fiesta, solía ser de algún guisado, a lo mejor de algún borrego modorro o algo así, con su vino, su café, su coñac y alguna magdalena. La del segundo solía ser la más potente:” Cocido de garbanzos con carne de ovino cocida, y o algún orejal de cerdo . Con el cocido a punto, el mismo se colaba, y del caldo sabroso y sazonado salía una sopa de fideos finos y o de pan heñido migado como primer plato, como para chuparse los dedos .Luego a los garbanzos se le añadía un polvo de pimentón y un poco de aceite de oliva además del aderezo que soltaba la carne y orejal proporcionaban una consistencia para satisfacer la panza todo el día y ¡Buen provecho! Luego vendría el coñac, el café, las magdalenas y... a la tarde el primer Baile colectivo.

Eran años donde se desconocía el colesterol, los triglicéridos, y el síndrome metabólico en general. Y no sólo los comensales lo desconocían (eran años donde tener algún kilo de más era salud), también eran casi desconocidos para la mayoría de los médicos rurales y más allá, fuera de las Escuelas de Madrid y Barcelona que empezaban a investigarlo , y una buena y abundante comida , en medio de la austeridad y la carencia, no sólo alegraba la vista, sino que rendía la voluntad del paladar.
Que recuerdos, que tiempos tan buenos.........

Gúmaro, 10 de marzo de 2016

lunes, 26 de octubre de 2015

ALISTE TIERRA DE SABOR


Ya han pasado más de cuarenta años que abandoné mi pueblo natal Lober de Aliste, un pueblo situado en la comarca zamorana de Aliste entre la Sierra de la Culebra y la franja fronteriza con Portugal, por su término trascurre el río Mena a un kilómetro aproximadamente del núcleo del pueblo. 

A su paso por el término de Lober, el rio Mena transcurre por  un escarpado terreno por lo que en su margen tanto derecho como izquierdo apenas queda una estrecha franja de terreno de césped con prados frescos y abundantes chopos y alisos, y como terreno de regadío pequeños minifundios en su parte derecha aguas abajo sin apenas reconocimiento agrícola.

Lober dispone de enormes praderas comunales, entre las que podemos citar principalmente Valdelmayo, Valdecarbayo, El Campetón, “Praus de Alvaro” así como otras de menor tamaño. Todos estos terrenos comunales producen abundantes pastos en primavera  con algunos manantiales que aportan agua a bebederos para el ganado vacuno y ovino. Cuando yo vivía en Lober, estos terrenos producían pastos para alimentar unas 300 vacas y unas 2000 ovejas, hoy con el éxodo rural apenas quedan cuatro o cinco vacas y un rebaño de ovejas que  no llegan a 200.

En cuanto a la agricultura, Lober dispone de tierras fértiles capaces de producir trigo en su mayoría, siendo aprovechadas las tierras más agrestes y pedregosas para sembrar centeno destinado a pienso para el ganado principalmente para el vacuno. Las tierras más bajas al lado de valles y arroyos eran destinadas como huertas para sembrar patatas, garbanzos, berzas remolacha y otros productos hortícolas. Muchas de estas tierras disponen de pozos poco profundos, que proporcionaban agua para el riego, mayoritariamente el agua se extraía con un cubo por medio  de  unos artilugios confeccionados con unos palos llamados “cigüeñales” que facilitaban el esfuerzo físico a la hora de extraer el agua. Por norma general la producción hortícola de cada vecino no pasaba del consumo familiar, si bien sobraban patatas, y también se vendían garbanzos y alubias, pero siempre en poca cantidad.
                                             Agricultor alistano en su plantación de tomates



Todos estos productos hortícolas eran producidos naturalmente y sin abonos minerales, simplemente se aprovechaban los recursos propios, el estiércol del ganado y la ceniza. Al ser  el clima alistano un clima de crudos inviernos. A parte de los depredadores de productos de la huerta como pueden ser las diferentes variedades de pájaros, la huerta estaba prácticamente exenta de otras plagas, si bien el  escarabajo de la patata era el más temido (hoy ya casi extinguido) En cuanto a la viña, Lober siempre fue un pueblo con viñas que producían vino para las exigencias de las familias de aquellos años casi siempre numerosas. Todavía hoy en Lober se conservan viñas centenarias que continúan produciendo vino para el consumo familiar.

Todos estos productos tanto de la huerta como mismamente la carne tienen un sabor inigualable, que solo los que vivimos fuera de Lober sabemos distinguir cuando vamos al pueblo, la diferencia de comer una ensalada de lechuga, o unos tomates, pimientos, un caldo de garbanzos o berzas. Son productos naturales criados de una manera natural en un entorno libre de contaminación lo que da ese sabor que nada tiene que ver con los productos de verduras que nos llegan de otras tierras criados de una manera artificial.




Todas estas peculiaridades, a mi particularmente me hacen pensar que en nuestra comarca alistana, la agricultura y la ganadería tiene  capacidad de incentivarnos para que podamos volver a nuestras raíces para sacar al mercado la calidad, el sabor y el prestigio de todos esos productos que por ser de alta calidad podían alcanzar en el mercado la confianza de los consumidores más exigentes.

Pero para poder llevar acabo un proyecto como este se debería comenzar por “concentrar”,  Hoy, no se pueden seguir trabajando los minifundios en los que antiguamente sembrábamos lino, hay que hacer parcelas grandes donde se puedan hacer plantaciones que nos permitan sacar una producción diaria para llevar al mercado, en estas parcelas se debieran perforar pozos sondeo con sistemas de riego automático. En Lober, en la actualidad disponemos de entre 15 o 20 pozos sondeo todos ellos con abundante agua, por lo que es de pensar que las tierras de nuestro pueblo tiene una capacidad de agua subterránea suficiente para las necesidades de poder regar todas las tierras como huerta que hasta ahora solamente se han utilizado para sembrar trigo.

Por otra parte sería necesario ganarnos un mercado por medio de una operativa con franquicias en Mercamadrid que tiene un mercado de 2000 000 de clientes capaces de consumir todo el potencial hortícola productivo de toda la comarca alistana.

Aliste necesita tener buenos equipamientos de transporte entre los pueblos y acabar la A.11 hasta la frontera portuguesa. Yo  estoy convencido que si no se toma mano en un desarrollo como este, la comarca alistana tiene fecha de caducidad. Todo esto necesita iniciativas, tiene que haber gente que se mueva, que de a conocer nuestros productos.

Este año Rafita de Lober ha tenido la iniciativa de plantar una plantación de tomateras, y por lo que tengo entendido, ha tenido éxito tanto en la producción donde ha sido capaz de producir tomates hasta de 1.400. como en su venta que ha sido capaz de introducirlos en una tienda de Madrid, donde estoy seguro que quien este año ha probado esos tomates, al año que viene repetirá.


Gumaro, 26 de Octubre de 2015

viernes, 19 de junio de 2015

LA IGLESIA DE LOBER


Principalmente en todos los pueblos de Aliste, las Iglesias están construidas de granito labrado, todas las esquineras, arcos y la torre desde la altura de las campanas hasta su coronación son de este material que es abundante desde Moveros en todos los pueblos fronterizos hasta topar con el río Duero. Gran  parte de este material usado en las iglesias de nuestra comarca proviene del subsuelo de Moveros y Fornillos, por su cercanía, y el transporte usado  para el transporte de canterías eran carros y “corzas” de tracción animal. En Fornillos y hasta no hace muchas décadas existían maestros picapedreros que a golpe de pico  se dedicaban a labrar las piedras de cantería. Últimamente utilizadas como cargaderos de puertas y ventanas para las casas.

Poco o nada sabemos de los inicios de la construcción de nuestra iglesia, pero si sabemos que se inauguró en el año 1728, siendo cura Dn. Antonio Lopez Lorenzo, pero se cree que anteriormente,  hubo otro centro de culto, dado que hay constancia que en el año 1200 Lober ya existía.

Se cree que el sitio donde hoy está ubicada nuestra Iglesia,  y a los rededores era el punto donde se enterraban nuestros muertos,  Una vez terminada la Iglesia los muertos se enterraban dentro de ella donde todavía hoy se conservan las sepulturas familiares pasadas de una generación a otra hasta el día de hoy. Hasta no hace muchas décadas, las mujeres cada domingo acudían a misa con la ofrenda de cera y las “hachas” encendidas para honrar a sus muertos de rodillas encima de la sepultura. Más tarde, los muertos se empezaron a enterrar alrededor de la Iglesia, antes del asfaltado de la plaza, podían verse las sepulturas macadas con piedras, clavadas en el suelo. Estas sepulturas, tanto las de dentro de la iglesia, como las de fuera de ella eran de más  o menos de un metro de longitud, y  según comentarios de nuestros antepasados, los muertos eran mutilados de piernas antes de enterrar. Más tarde, se construyó el cementerio que había detrás de la Iglesia y que estuvo en servicio hasta el año 1924, fecha en que se construyó el que está en servicio hasta el día de hoy.

La patrona que reina en nuestra iglesia es Santa Marina, nadie sabe porque esta mártir gallega fue escogida para ser  la patrona de Lober que está ubicada en la parte alta del Altar Mayor. Allá a finales de 1900, la imagen de Santa Marina se cayó de su pedestal de unos 6 metros de altura y la imagen quedo intacta. Otro tanto ocurrió allá por los años 50, y la imagen volvió a quedar intacta, aunque la piedra de cañería que había en el suelo de unos 15 centímetros de grosor se rompió del impacto.

Durante mis 66 años de vida, la iglesia ha recibido varias modificaciones, siendo el suelo el que continúa siendo de origen, recuerdo que por los años 50 se derrumbó la cúpula que corona la parte del Altar Mayor. En los años 60 se repicaron las paredes del interior y se dejaron vistas algunas piedras como el arco central y entrada, así como otras piedras del interior.

Debido al desequilibrio de la torre, con una inclinación considerable hacia el tejado de la Iglesia, se procedió a su reforma en la década de los 2000 por el constructor del pueblo Ángel Casas, sacando las piedras numeradas para volverlas a colocar en el mismo sitio que estaban, y fue en esta década también cuando una tormenta deslizó un rayo sobre la cruz que corona la torre rompiéndola en varios trozos, por lo que la torre quedo descabezada por un tiempo, hasta que se rehabilito con otra de las mismas características, pero ligeramente más alta y delgada.

En la parte trasera de la Iglesia había una ventana con dos palos en forma de cruz que daba acceso a un cuarto que había en el interior de la Iglesia, dicho cuarto carecía de entrada alguna y ahí era donde se tiraban los restos humanos que aparecían cuando se abría una sepultura en el cementerio. También recuerdo que de niños, cuando se nos caían los dientes, los depositábamos en dicho cuarto tirándolos por la ventana.

En el año 2013 se rehabilito el tejado de toda la Iglesia, desde entonces presenta el tejado una forma ligeramente curvada, curva esta que se irá prolongando con el paso de los años. Con esta rehabilitación también se elimino el cuarto del huesario, que quedo añadido a lo que era el cuarto de los muebles, que era donde se guardaba el "tumbo" y otros utensilios eclesiásticos que se usaban en las diferentes ceremonias religiosas



Gúmaro, 19 de junio de 2015

martes, 16 de junio de 2015

REFLEXIONES Y RECUERDOS DE MI PUEBLO: LOBER


Avanzando el mes de junio con calores propias del mes en los atardeceres, y después de un largo día de trabajo, se  dejaba oír el repicar de las guadañas sobre las bigornias a golpe de piqueta para dejar la herramienta a punto de siega para la mañana siguiente. La guadaña es una herramienta (hoy ya casi una pieza de museo) con la que se segaba la hierba de los prados en el mes de junio, que una vez segada y seca convertida en heno, se almacenaba en pajares  para alimento en el invierno principalmente para las vacas.

La guadaña debía estar en su punto de preparación para llevar a cabo un buen segado del césped de los prados, al mismo tiempo que, con una herramienta bien preparada el esfuerzo físico era mucho menor que con una herramienta desajustada. En muchos parados la existencia de topos y lombrices, (especialmente en los más frescos) era frecuente encontrarse con pequeños montones de tierra sacadosdos por los topos, y también las llamadas lombriceras, unos pequeños agujeros que las lombrices hacían en la tierra sacando la tierra al exterior. Todo esto contribuía a cegar la guadaña,(dejar el corte desgastado)  cuando esto sucedía había que picar el corte de la guadaña apoyada ésta en una bigornia a golpe de piqueta procurando que el corte no quedara curvado, luego, periódicamente con una piedra esmeril, que normalmente se llevaba metida en un cuerno de vaca colgado en el cinto con agua para que la piedra permaneciera humedecida en el momento de sacar la piedra para afilar.

La siega de la hierba con la guadaña era un trabajo muy duro y cansado, generalmente este trabajo era llevado a cabo por los hombres, para ello era imprescindible una buena alimentación, por lo que se guardaban los lomos de los cerdos de la matanza embutidos en las tripas culares, y un buen jamón curado acompañado de un vino casero.  La siega de la hierba, generalmente se hacía por la mañana,  por la tarde se recogía la que se había segado tres o cuatro días antes, una vez se había dejado secar y en el momento del guardado aprovechando las horas de calor con el fin de que entrara en el pajar bien seca para evitar el posterior fermentado a causa de la humedad.

Si el segado de la hierba requería el esfuerzo físico anteriormente dicho, la recogida no lo era menos. Primeramente se tenía que cargar en el carro con una tornadera especial con tres dientes largos y un cuarto que la acompañaba por encima, con esta tornadera se tiraba en el carro, subido en el carro la recibía una segunda persona que la iba componiendo para que  durante el transporte la hierba no cayera por el camino, pues dependiendo del terreno, a veces los caminos eran pedregosos produciendo continuos movimientos en el carro.


Otra odisea era cuando se llegaba al pajar, principalmente la hierba se recogía en pajares con una puerta pequeña y sin ventilación, por tal motivo, la hierba despedía un polvillo propio de la hierba, el cual se acumulaba en las vías respiratorias, dando ligar a continuos estornudos, a lo que tenemos que añadir los posibles picazos de los cardos que en muchas ocasiones acompañaban la hierba. Otras veces se guardaba en tenadas o desvanes, principalmente las tenadas tenían más respiración y el polvo no causaba tanto daño a las personas, pero era bastante trabajoso por tener que subirla a golpe de tornadera a lo alto.

Quizá el mes de junio fuese el más trabajoso, y en el que más tareas había que desarrollar. En este mes también venia la siega de la cebada, que más o menos se segaba  a mediados de mes. Llegada esta época los graneros de casi todas las casas tocaban fondo, pues con la siega de la cebada y su posterior trillado y limpiado y aprovechando las ultimas aguas de los ríos se llevaba al molino con lo que de esta manera se hacía provisión de pienso y paja principalmente para los cerdos.

También en este mes de junio era frecuente atender los huertos, plantación de remolacha, riego de patatas y lino y aún, el preparado de arada de algunas tierras de cereal, (bima) que había que hacerlo durante las primeras horas de la mañana antes de que apareciera la tan temida mosca que picaba a las vacas con la posibilidad de que se produjera cualquier desgracia.

Otro trabajo que también entraba dentro de este mes de junio era la esquila de las ovejas, en este mes las ovejas se despojaban de su vellón, con lo cual se aliviaba bastante el calor que la lana produce al animal.


Gúmaro, 16 de junio de 2015

domingo, 19 de abril de 2015

TUVE QUE MENTIR PARA QUE ME DIERAN TRABAJO.

Era en el invierno del año 1963, corrían tiempos difíciles y en la comarca alistana se comenzaban  a hacer las primeras obras para enlazar los pueblos principales con carreteras. Estoy hablando de la carretera que une Gallegos del Río con la N 122. Esta carretera en sus orígenes se hizo en dos tramos, primera mente se hizo un tramo de unos 4 klm de caja desde la N 122 hasta la raya de Lober con Mellanes en las inmediaciones de Vaniella. Esta obra comenzó por los años 1963 y duro unos dos años trabajando a pico y pala, no había hormigoneras para hacer material para alcantarillas, solamente un carro de tracción animal se usaba para movimiento de tierras o de tablones de un sitio a otro. Fue una obra muy mal hecha, se dieron muchos destajos, y por parte de los trabajadores hubo mucha picaresca, vamos a suponer que el capataz daba una tarea para 8 horas de X metros de caja para 6 trabajadores, el capataz, como tenía asignado trabajo a esos trabajadores por su cuenta no era necesario que estuviera presente en el tajo, por lo que esos trabajadores aprovechaban u ausencia para cortar haces de leña  y meterlos en la caja con unas paladas de tierra aumentando así la producción, pero con el paso del tiempo, y al pudrirse la leña bajo la tierra se formaron inmensas lagunas en la carretera. En un principio este tramo no se asfaltó, simplemente se hizo la caja y se le puso una capa de piedra machacada a base de golpe de porrilla y así permaneció por varios años, hasta que por fin se hizo otra vez caja nueva y se asfaltó.

Posteriormente, ya en el año 1966 se comenzó el tramo dese Vaniella  a Gallegos del Río.  (unos 5 Kms)  En este tramo ya se empleaba maquinaria, como tractores con traílla para desmontes y rebajes, algún camión para movimientos de tierras, motoniveladora para nivelar la caja, y aún se usaba un carro tirado por un macho para pequeños transportes, prácticamente el trabajo personal era para construir alcantarillas con obra, aunque aún se carecía de hormigonera para hacer hormigón  y se necesitaba bastante mano de obra.

Yo contaba aquella primavera con 17 años recién cumplidos, aunque mi aspecto físico ya zurcido del trabajo de casa  aparentaba más de 20. Pero la empresa Hermanos Blanco  que era la encargada de llevar las obras a cabo, solo daba trabajo a los mayores de 18 años, puesto que los menores debían se afiliados como pinches, y en aquel momento la empresa solo necesitaba personal para trabajar en la construcción.

Recuerdo que era un día lunes alrededor del 15 de marzo de 1966, y yo había pensado de ir a pedir trabajo al jefe de la obra, que vivía en las inmediaciones de la era de Gallegos del Río en una casa que el Ayuntamiento le había proporcionado, llegando a su casa pasadas las 9 de la mañana, yo llevaba cholas con herraduras para aparentar un poco más alto, y decir que ya tenía más de 18 años. Cuando llegué a su casa, toque en la puerta con el nudo  del dedo medio a lo que salió su mujer, y me dijo que su marido ya se había ido a la obra, pero que siguiera la carretera que en el camino lo encontraría, y así lo hice, después de haber caminado unos tres kilómetros  divisé a lo lejos a un hombre alto y delgado que caminaba lentamente, con   un buen paso cada vez me acercaba más a él, pero pensando lo que le iba a decir sin que se me trabase la lengua. Por fin llego a su altura, y al llegar a su lado lo saludo con un buenos días, a lo que me respondió con lo propio, y recuerdo que le dije estas palabras: Vengo de su casa, y vengo para pedir trabajo en la obra. El Sr. Alfredfo que así se llamaba, se paró por unos instantes para mirarme de arriba abajo, y continuando su paso, después de un par de minutos me dijo: Cuántos años tienes? , yo sin pensarlo le dije: la semana pasada cumplí 18, volvió a meditar otro par de minutos, me volvió a mirar otra vez de arriba abajo y me dijo: Bueno, si quieres trabajar,  mañana mismo  vienes  a la obra donde estamos trabajando a las 8 de la mañana y te presentas al capataz de mi parte y le dices que te tome la afiliación,  yo le respondí con un, vale y hasta mañana.

Con esta respuesta marcho para casa, le digo  a mi madre que para mañana me prepare la merienda que me voy a trabajar a la carretera, mi madre por la noche me hizo una tortilla de patatas y lo más seguro que algo de tocino a lo que yo añadí una botella de vino casero abundante en aquellos años.
A la mañana siguiente, cojo mi mochila y me uno a la cuadrilla de Lober camino de  Majada Llagona que era donde estaba el tajo, llegando allí, me presento a l capataz, y recuerdo que me dijo: Bueno, ahora te vas a aquellos tableros que hay allí y los empiezas a limpiar de cemento seco y le quitas las puntas que tengan  que después empezaremos a hacer un encofrado en la alcantarilla, y luego te tomo la afiliación. Antes de terminar este trabajo, vino  con una carpeta, se sentó encima de un tablón y me dijo que me iba a tomar la filiación, todo fue verbal, no tenía D.N.I.  Cuando me pregunto el año de nacimiento le dije un año antes para que constara que  tenía 18 años cumplidos.

Así estuve tres meses trabajando, la mayor parte de ellos en el puente de Gallegos del Río sobre el río Aliste por un sueldo de 800 pesetas a la quincena, unas 1600 pesetas al mes que entregaba en mi casa y mi padre me devolvía si había suelta alguna moneda.

Y finalmente de esta experiencia vivida tengo una anécdota para contar, anécdota que cada vez que lo pienso se me ponen los pelos como escarpias aunque al final todo se quedó en un susto.

Como ya comenté más arriba, la empresa tenía un carro y un macho para hacer pequeños transportes y para llevar y traer la herramienta. La bestia  la cuidaba un tal Antonio (Antonin) de Gallegos del Río. Una tarde después de trabajar nos dijo que iba a Lober a buscar unos sacos de paja pata el macho, y que si queríamos nos llevaría en el carro, pues bueno, no venía mal después de trabajar que te llevaran en el carro hasta casa, subimos al carro Antonio el carrero, Rufino Ramos, Gregorio Romero Andrés Fernández (Andresin) y yo.  Al  llegar a Majada Llagona viniendo desde  Gallegos del  desvió el carro por el camino de Domez para acortar camino, y cuando llegamos a la altura del molino del pozo sondeo que ya comienza cuesta abajo, Andresin  cogió la pata cabra de la herramienta y le dio al macho por  tres o cuatro veces en el lomo, el macho se desbocó a correr sin que nadie lo pudiéramos parar, pensábamos que llegando al paso estrecho de la calleja de arriba de la era el carro se volcaría y pasaría una desgracia,  así nos fuimos tirando  con el carro a toda velocidad antes de llegar a la calleja, la suerte de todos que nada más  nos hicimos arañazos  excepto a Rufino Ramos que se hizo daño en las costillas por lo que se estuvo quejando todo el verano.


Gúmaro, 19 de abril de 2015