Yo no olvidaré nunca aquella mañana que abandoné aquél pueblo donde mi familia había vivido. Yo me crié allí, crecí allí, trabajé allí hasta que un día pensé de buscar otra vida pensando que fuera mejor.
Tierras de Aliste
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viernes, 12 de septiembre de 2025
Homenaje a mi pino

miércoles, 3 de septiembre de 2025
La leyenda del Santo Faburiño en Lober
Hoy os traigo una historia que yo oi algunas veces contar
a mi madre, y ella había oído contar a otros ancestros del pueblo, no se si
alguien por aquí la ha oído lo la conoce. Dice así:
Como todos sabeis, en la parte trasera de la iglesia de Lober,
entre los muros de piedra cubiertos de musgo están las antiguas paneras, donde los fieles
depositaban sus diezmos, el 10% de sus cosechas que debían entregar a la
iglesia. Durante generaciones, los habitantes de Lober habían cumplido con esta
obligación, llevando trigo, habas y otros productos agrícolas como muestra de
su devoción y respeto por la fe.
Pero con el paso del tiempo, la vida se hizo más dura. Las
cosechas no siempre eran abundantes, y los vecinos comenzaron a sentir que dar
siempre una parte de sus frutos era una carga demasiado pesada. Poco a poco, se
negaron a pagar los diezmos, cansados de dar y de ver que sus esfuerzos no
parecían valorados.
El Santo Faburiño, cuya imagen todavía se conserva
hoy en el retablo de la iglesia, no tardó en notar la indiferencia del pueblo.
Durante siglos había permanecido quieto, silencioso, observando a los fieles,
pero aquel abandono lo enfadó profundamente. Un día, con gran decisión, se
marchó de la iglesia. Cuando el cura entró en el templo y vio el pedestal
que lo aloja en el retablo mayor estaba vacío, el pueblo entero se sorprendió.
Nadie entendía cómo una figura santa podía irse. El sacerdote, lleno de alarma
y temor, comenzó a gritar y vociferar entre las calles:
—¡El santo se ha ido porque ya no pagáis los diezmos!
Los vecinos murmuraban entre ellos, sorprendidos y algo
asustados. Durante días nadie se atrevió a acercarse a la iglesia; algunos
decían haber visto sombras moviéndose entre las piedras, como si el santo los
estuviera observando desde lejos.
Un día, mientras un pastor llevaba su ganado de ovejas por
las inmediaciones del Sierro, observó algo extraordinario. Allí, en lo
alto de una peña, al abrigo de las jaras, estaba el Santo Faburiño sentado,
tomando el sol y contemplando el horizonte con mirada serena. Maravillado, el
pastor dejo sus ovejas y fue al pueblo y
dio aviso al cura:
—¡Padre! He visto al santo en el Sierro, sentado en una
peña, a la brigada de las jaras!
El sacerdote, con el corazón lleno de esperanza y temor a la
vez, decidió convocar al pueblo. Se preparó una procesión: hombres,
mujeres y niños tomaron velas encendidas, capas y mantos de crista, mientras el aire se
llenaba del aroma de contrastes de tomillo, jaras y escobas que crecían por todo
el sierro. Comenzaron a cantar, con voces que temblaban de emoción y
reverencia:
"Santo Faburiño, pagaremos nos,
el diezmo de las habas,
Pagremos nos,
Y si una y otr estrofa...
Subieron por elcamino
agreste de piedras y entre la vegetación del Sierro, estrofa tras estrofa,
hasta llegar a la peña donde el santo los esperaba. Al verlo, los vecinos se
arrodillaron y el cura pronunció palabras de arrepentimiento y promesa:
Santo Faburiño, desde hoy nunca más olvidaremos nuestro
deber. Prometemos cumplir con el diezmo y honrar tu presencia.
Con gran cuidado y respeto, llevaron al santo de vuelta a la
iglesia. El camino de regreso estuvo lleno de cantos y rezos, y todo el pueblo sintió
que una paz cálida los acompañaba. Desde aquel día, los vecinos nunca
dejaron de entregar sus diezmos, y el Santo Faburiño permaneció en el
altar mayor, en su pedestal a la derecha del retablo, como recordatorio de
la promesa y de la fe que une al pueblo con su iglesia
Emilio Pérez Roríguez
domingo, 31 de agosto de 2025
LA ERMITA DE TOLILLA Y LOBER: HISTORIA TRADICION Y MEMORIA,
La ermita de Tolilla y Lober hoy desaparecida forma parte inseparable de la historia común de estos dos pueblos. Durante siglos antes de que cada localidad contara con su propia parroquia, fue el templo en el que los vecinos se reunían cada domingo para participar en la misa. Su importancia no era solo religiosa, si no también social, pues constituía un lugar de encuentro que reforzaba los lazos de unión entre ambas comunidades.
La ermita de Tolilla y Lober hoy desapareida, foSe cuenta que en sus alrededores vivió
un ermitaño, figura muy vinculada a la espiritualidad rural de la Edad Media y
la Edad Moderna. La presencia de estos hombres de fe, entregados a la oración y
la penitencia, confería a los templos un carácter especial y los convertía en
centros de devoción y respeto.
El retablo de la ermita estaba
presidido por las imágenes de San Fabian y San Sebastián, santos protectores y
muy venerados en la tradición rural castellana. Sin embargo, hacia los años 60
del siglo XX, las tallas fueron expoliadas y desaparecieron, provocando un gran
pesar en la comunidad. Con el tiempo las imágenes fueron localizadas en Madrid,
recuperadas y devueltas y hoy se custodian en la iglesia parroquial de Tolilla
donde siguen recibiendo la devoción de los fieles.
La construcción de iglesias en
Lober y Tolilla allá por los años 1700, la ermita perdió su función como parroquia
común, aunque se mantuvo como lugar de celebración en dos fechas señaladas: El Jueves
Santo y el Domingo de Ramos. En estas jornadas,
ambos pueblos acudían juntos a la
ermita, reforzando el sentimiento de comunidad y recordando el papel que el
templo había tenido en sus orígenes.
Junto al camino cercano a la
ermita manaba una fuente de agua abundante, los monaguillos solían recoger allí
el agua para el servicio litúrgico, aunque, según la tradición oral esta
practica no era del agrado del sacerdote, y dicen que tras rezar en la fuente
con un libro santo, el manantial empezó a perder caudal hasta secarse popr
completo. En la actualidad, el lugar de
la fuente solo crece algún junco como testimonio mudo que aquella agua que dio
vida a la ermita.
En tiempos más recientes, siendo párroco
Don Mariano Pérez, se quiso recuperar la memoria del lugar. Se clavó una cruz
de madera que aún persiste en el emplazamiento de la ermita donde aún pueden
verse algún resto de muros, y desde entonces cada primer sábado del mes de
junio, la comunidad celebra allí una misa en forma de romeria. Tras la
ceremonia, los asistentes comparten una merienda campestre bajo las encinas algunas
centenarias que aún persisten, acompañada de música popular, tradicionalmente
con la gaita de Paulino.
sábado, 11 de noviembre de 2023
Yo no olvidaré nunca aquella mañana que abandoné aquél pueblo donde mi familia había vivido. Yo me crié allí, crecí allí, trabajé allí hasta que un día pensé de buscar otra vida pensando que fuera mejor.
miércoles, 7 de noviembre de 2018
Y vamos con el trabajo de este día. El día anterior los “cuchinos” se mantenían a dieta para que al día siguiente las tripas estuvieran lo más limpias posible, lo cual, provocaba que, los cuchinos acostumbrados a dos meses de abundante comida para la ceba armaban un gran revuelo en la corteja. La noche anterior a la matanza, denominada como “La pica de cebolla” ya se hacía una cena algo especial después de haber migado las Ogazas para las morcillas dejándolas en una caldera hasta el día siguiente A la mañana siguiente, y después de una reunión de los invitados en la cocina al amor de la lumbre para tomar unas pintas de agurdiente con pan torrado, empezaba la tarea con el “cohincar” de los cuchinos al sacarlos de la corteja con un gancho de hierro clavado en el hocico arrastrados hasta el banco donde tenía lugar el sacrificio, un matanchin certero era el encargado de hacerlo, las mujeres recogían la sangre en un caldero mientras la movían con el mango de la rueca para ser llevada a la caldera para hacer el mondongo para las morcillas. Una vez sacrificado el cerdo y chamuscado con pajas de centeno se habría en canal, la cual se lavaba con agua caliente y se añadía al mondongo de las morcillas junto con algún trozo de grasa y el azúcar correspondiente dejándolo reposar hasta la tarde, hora que se embutía en las tripas y más tarde serían entrecociadas en la caldera para luego colgarlas a secar. El cerdo una vez chamuscado y lavado era colgado de una viga en el “Astro” o en el portal donde se secaba hasta el día siguiente.
Los “guesos” de la cabeza, costillas espinazo igualmente se ponían en sal, estos por no más de una semana o 10 días, luego se dejaban colgados en la cocina, los cuales se cocían para acompañar aquellos caldos de berzas que comíamos de una misma cazuela al humor de la lumbre en aquellos gélidos inviernos.
Los mantos de la manteca eran derretidos en una caldera grande hasta quedar convertida en líquido, y luego guardada en ollas de barro para el condimento de la comida. Al deshacer la manteca de ponían rebanadas de pan en la caldera donde quedaban bien pringadas y luego con azúcar espolvoreada por encima.
miércoles, 16 de noviembre de 2016
jueves, 10 de marzo de 2016
DESDE JUNIO HASTA SEPTIEMBRE
Haciendo un recorrido por el mes de junio después de la piel curtida del mes de mayo de trabajos en huertas y cortinas empieza a entrar el mes de junio con la siega de la hierba con guadaña y su recolección nada sencilla ni tranquila, por si aparecían las temidas tormentas .Y entre una cosa y otra el cavado de patatas, siembra de frejoles, plantar y regar remolacha quitar las malas malas hierbas de cortinas y huertas. Nos metíamos en los fines de Junio / primeros de Julio con la siega con hoces del centeno y trigo, que duraba más o menos hasta Santiago (25 de Julio).
Y también esos días de Septiembre, eran decisivos para el “estado de ánimo del vecindario”. Si la cosecha había sido buena, y recompensaba los sacrificios de todo un año, cubriendo las necesidades de subsistencia de las familias ¡ No se podía esperar más! Las celebraciones eran mucho más animadas, y el estado de ánimo rebosaba de optimismo y felicidad. En caso contrario, sí había celebración, pero con un ánimo caído y preocupado. Así era la vida permanente de los vecinos de Aliste labradores, que eran casi el 100 x 100. Con sobresaltos y preocupaciones existenciales permanentes, donde estaban a expensas de los elementos meteorológicos; y donde las lluvias o las sequías y el agua o la falta de ella eran decisivas en nuestras vidas.
lunes, 26 de octubre de 2015
ALISTE TIERRA DE SABOR
viernes, 19 de junio de 2015
LA IGLESIA DE LOBER
En la parte trasera de la Iglesia había una ventana con dos palos en forma de cruz que daba acceso a un cuarto que había en el interior de la Iglesia, dicho cuarto carecía de entrada alguna y ahí era donde se tiraban los restos humanos que aparecían cuando se abría una sepultura en el cementerio. También recuerdo que de niños, cuando se nos caían los dientes, los depositábamos en dicho cuarto tirándolos por la ventana.
En el año 2013 se rehabilito el tejado de toda la Iglesia, desde entonces presenta el tejado una forma ligeramente curvada, curva esta que se irá prolongando con el paso de los años. Con esta rehabilitación también se elimino el cuarto del huesario, que quedo añadido a lo que era el cuarto de los muebles, que era donde se guardaba el "tumbo" y otros utensilios eclesiásticos que se usaban en las diferentes ceremonias religiosas