COSAS DE RAPACES
Yo siempre tuve de rapá la fama de ser uno de los más malos
o traviesos del pueblo, y es cierto que hice muchas travesuras, unas veces
solo, otras acompañado, y algunas de ellas comprendo que estaban fuera de lo
normal. De estas solamente recuerdo dos que hice indignar a la gente, y fue
cuando en una ocasión arranque los pimientos del semillero a Nicolasa que en
aquella ocasión lo tenía el semillero en el “Furmiguero” encima de un montón de
estiércol, un día fui por allí yo solo sin pensar en semejante cosa y me dio
por arrancarle los pimientos. Otra fue cuando en una ocasión entré en el corral
de Mariana y tenía una gallina con pollos salidos del huevo hacía pocos días,
yo corría tras de los pollos, la gallina se tiraba a mi y yo a los pollos hasta
que se los estrangulé casi todos, esto fue indignante para Mariana.
Recuerdo una vez entre unos cuantos rapaces que encontramos
un ñal de huevos en un pajar de la ti Dorotea, había más de una docena de
huevos, esta vez pensamos en hacer una tortilla y así fue. Nos fuimos a la
cortina del ti Sidoro del “Palllerico”, hoy propiedad de herederos de Salvador
Fernández (Hijo del tío Tomás Belver), allí en aquella cortina había un
barranco ligeramente más bajo que el terreno,
donde preparamos la lumbre para hacer la tortilla, era ya finales de mayo, y la gente se extrañaba al ver la
humareda que salía del barranco de la
lumbre echa con leña de jara. Alfredo, también uno de los implicados trajo una
sartén para hacer la tortilla que su padre guardaba con restos de grasa y sebo
para untar el carro y con aquello hicimos la tortilla, con aquella grasa la
tortilla daba un sabor repugnante, pero entre todos la comimos, parece que
todavía en este momento siento al recordarlo me llega aquel sabor tan malo del
gusto de la grasa de untar el carro.
Esto fue un poco sonado por el pueblo y hasta llegó a oídos
de la maestra D. Casiana, la que nos reprendió fuertemente por haber robado los huevos. A los pocos días para
nuestra vergüenza nos hizo pedir dos huevos a cada una de nuestras madres, a los
implicados, y nos hizo ir a devolver los
huevos a la ti Dorotea en comitiva, los presuntos ladrones íbamos delante con
un huevo en cada mano con el brazo ligeramente levantado, y el resto de rapaces
y rapazas que por causalidad no habían estado en el evento iban detrás juntamente con D. Casiana diciendo, ladroenes,
ladrones, ladrones.
Recuerdo en aquellos años cuando comenzaba mi vida pastoril con pocos años de edad cuando dos pastoras una ya casada y otra soltera pero que las dos ya habían andado el mundo adelante, y ellas por los motivos que fuera aquel día tambien andaban con las ovejas, era a finales de febrero o primeros días de marzo cuando empezaron a tontear las dos conmigo a que te hacemos esto, que te hacemos lo otro, hasta que las dos se cogieron de mi, me quitaron los pantalones (calzoncillos no traía) y los tiraron a la corona de un roble, se pusieron las dos debajo y no me dejaban subir a cogerlos, si bien antes me pintaron ciertas partes del cuerpo con una barra de pintar los labios. Yo todo el día alrededor de ellas para que me dejaran coger los pantalones, pero no fue hasta bien entrada la tarde cuando se cansaron de tenerme desnudo cuando me dejaron subir al roble a coger los pantalones, baya putada que me hicieron, yo no tenía más de 11 o 12 años y ellas ya andarían alrededor de los 25 años. Las dos viven, todos los años las veo en Lober, pero yo nunca he vuelto a comentar con ellas semejante historia, no se si se acuerdan o no. Ha veces pienso que ya después de más de cincuenta años le volviera a recordar aquella inolvidable experiencia.
Recuerdo en aquellos años cuando comenzaba mi vida pastoril con pocos años de edad cuando dos pastoras una ya casada y otra soltera pero que las dos ya habían andado el mundo adelante, y ellas por los motivos que fuera aquel día tambien andaban con las ovejas, era a finales de febrero o primeros días de marzo cuando empezaron a tontear las dos conmigo a que te hacemos esto, que te hacemos lo otro, hasta que las dos se cogieron de mi, me quitaron los pantalones (calzoncillos no traía) y los tiraron a la corona de un roble, se pusieron las dos debajo y no me dejaban subir a cogerlos, si bien antes me pintaron ciertas partes del cuerpo con una barra de pintar los labios. Yo todo el día alrededor de ellas para que me dejaran coger los pantalones, pero no fue hasta bien entrada la tarde cuando se cansaron de tenerme desnudo cuando me dejaron subir al roble a coger los pantalones, baya putada que me hicieron, yo no tenía más de 11 o 12 años y ellas ya andarían alrededor de los 25 años. Las dos viven, todos los años las veo en Lober, pero yo nunca he vuelto a comentar con ellas semejante historia, no se si se acuerdan o no. Ha veces pienso que ya después de más de cincuenta años le volviera a recordar aquella inolvidable experiencia.
En otros artículos de Tierrasdealiste ya he contado otras
andanzas mías propias de nuestra niñez, en conjunto, son vivencias de una etapa
de la vida de la que creo que todos tenemos muchas cosas que contar.
Pero a mi también me las hicieron, y me las hicieron gente
adulta creo que ya con otros tintes.
Recuerdo en una ocasión una persona que
podía tener alomejor unos 35 o 40 años más que yo del pueblo de Lober que un
día me dijo: (yo podía tener unos 10 u 11 años) Oye rapa, ven acá que te voy a decir una cosa:
mira si quieres que te el pito se te haga muy grande lo untas todos los días
con leche de higuera, coges un higo
verde y con esa leche que echa se la refriegas bien, verás como se te hace de grande. Yo, ni corto ni
perezoso en la primera higuera que vi corté un higo, eché el pellejo del pito para atrás y comencé a hacer lo que
aquel malvado me había dicho, pero hay
cuando aquello empezó a reaccionar,
¡¡¡ que escozores…!!!, entonces marché a Urrietanaval donde mi abuelo tenía la noria, le
di unas vueltas para llenar de agua una
poza que tenía, quité los pantalones y me metí dentro, ya había pasado un
buen rato desde que había echo la
operación, por lo que ya tenía tiempo de sobras de hacer efecto. Aquellos
escozores ni con el agua se quitaban y al final se me hicieron hasta llagas que
me tardaron tiempo en curar al mismo tiempo que las pasé putas. Yo aquello lo viví en secreto, no dije a nadie
nada. Aquel tío cada vez que me veía me decía, rapá… ven acá que te voy a
preguntar una cosa, yo echaba a correr y si podía ni por su lado pasaba. Esta
fue una broma pesada, fue una salvajada más propia de salvajes que de otra
cosa, que de haber sido hoy aquel hombre podía haber dado con los huesos en la cárcel.
Gúmaro. 11 de septiembre de 2012.
Muy divertidas las anécdotas que cuentas!!, aunque en el momento supusieran algún mal trago.
ResponderEliminarMe he acordado de tu anécdota al leer esta noticia (mira el sexto párrafo):
ResponderEliminarhttp://www.laopiniondezamora.es/comarcas/2011/03/21/vocablos-raigambre/505618.html
Pues más o menos, debe ser una cosa parecida, aunque dudo que sea más fuerte que el Latex de la higuera
ResponderEliminarJajajaja... has conseguido sacarme una sonrisa. Muy buenas.
ResponderEliminarLo siento, pero es que casi me parto de la risa... :D
ResponderEliminarGracias por atreverte a contar una anécdota así.
Un saludo,
Ra.
Mieque eras Judas.Cuantas lurtias te llivariés por andar desa maneira.
ResponderEliminarNo lo sabes bien, ontavie me peque que tengo las berdiascazozos marcaus en las custiilas. Y.. tu quien sos? aunque peque ya se quien sos.
ResponderEliminarGeniales Gumaro!
ResponderEliminarLo que hacía no tener televisión...
Jajaja, "berdiascazo"... lo que hacía que no oía esa palabra
Hacía tiempo que no entraba en tu blog a leer las cosas tan interesantes que escribes, y me he pegado una panzada de reir....
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