Yo creo que ya por naturaleza la mayor parte de los humanos cuando somos niños pensamos en montar en bicicleta, cosa que desde hace varias décadas los niños lo tienen muy fácil. Nuestros hijos o nietos antes de empezar a dar los primeros pasos ya le hemos regalado algún coche de cuatro ruedas, en el cual se suben, y ayudado con los pies corren por las calles y parques. No tarda mucho tiempo que ya le comparamos la primera bicicleta con dos ruedas pequeñas acopladas a la rueda de atrás, que estas evitan que caiga y pueden correr en bici desde el primer día. Más tarde estas ruedas se quitan por que el niño ya se siente más mayor y quiere ir sin que vaya amparado de esas dos ruedas que hasta ahora lo habían acompañado.
El niño sigue creciendo, y ya quiere otra bici más grande con un manillar diferente y unas ruedas más anchas, ya quiere ir solo con los amigos a correr por las plazas y parques, bueno, han sido los hijos de la abundancia, y todos se lo han podido permitir.
Yo también fui niño, pero a mi m tocó vivir una época muy distinta, eran muy pocos los privilegiados que en aquellos tiempos en la edad de niños se podían permitir correr por las calles con una bicicleta. Yo, de mi época no recuerdo ninguno de mi pueblo que sus padres pudieran comprar a sus hijos una bicicleta en aquellos años. Solamente recuerdo a un niño de Tolilla de unos 10 años, que en el verano venía a clases de repaso a Lober, y traía una bicicleta pequeña cromada, bien me acuerdo, era el hijo del carpintero de Tolilla que se llamaba Marciano, yo cuando pasaba cerca de mí me quedaba mirando aquella bicicleta, y como entonces los caminos y calles todos eran de tierra, yo me quedaba mirando el dibujo de las roderas, incluso las tocaba con la mano mirando lo bien que parecían las roderas de la bicicleta. Muchas veces cogía un palo a modo de manillar, y corría simulando que iba en bicicleta. Otras veces me subía en la cañiza que cerraba alguna finca en la cual me podía montar a caballo pedaleando con los pies como si fuera una bicicleta.
Yo, que entonces tenía 7 u 8 años, pensaba que algún día posiblemente podía tener una bicicleta, tampoco me hacía muchas ilusiones porque no era el único, simplemente me conformaba con correr detrás de la bicicleta de aquel niño cada vez que venía.
Siempre los niños disfrutábamos corriendo de tras de los coches o bicicletas de cualquier forastero que llegaba al pueblo, aunque coches en aquellos años solo se veían de vez en cuando, excepto el camión de las gaseosas que regularmente venía cada semana.
Recuerdo una vez que vino el veterinario de Sarracín en bicicleta, y como siempre, los rapaces íbamos corriendo tras él, era en la cuesta la Moral, yo me cogí al portabultos de la bici, y le dije al veterinario: bájate de esa bicicleta que lo mismo es mía que tuya, el veterinario se baja de la bici, de quien es este muchacho, de quien es este muchacho, ya se entero quien era mi padre, y menuda labra que me dio aquella tarde con el vergajo.
Fueron pasando los años, y yo continuaba sin bicicleta, y ya fue en el año 1967 con mis 18 años, que un día mi padre me dijo: vamos a ir a Alcañices y compramos una bicicleta, si bien aquel año yo ya había ido a ganar para ella. Por fin tuve una bicicleta BH de color negro, que recuerdo que con luz y todo nos costó 1060 pesetas. Si bien, me hubiera hecho más ilusión de niño, pero también de mayor disfruté de ella. Aún la guardo como recuerdo, la cual quiero arreglar cambiando algunas cosas que están inservibles, y ahora ya siendo abuelo quiero volver a disfrutar de aquella bicicleta que tanta ilusión me hizo, y que tantos buenos recuerdos me dejo.
Gúmaro, 17 de noviembre de 2011.
¿Y la tienes en el pueblo? Prométeme enseñármela.
ResponderEliminarSalva.