LOS ARBOLES NUNCA LLEGAN AL CIELO
Esta mañana como ya tengo costumbre salí a dar un paseo, un
paseo que se convierte cada mañana en unos 12 o 14 kilómetros. Y mira hoy por
cuantas que a los 15 minutos de salir de casa me sorprendió una borrasca de
agua que me hizo meterme en un bar, cosa que no acostumbro, pero esta vez no tenía muchas mas opciones si no quería que la camiseta se me quedara pegada al
pellejo.
Pues bien, mientras estaba tomando un cortado sentado en una
mesa, y los cristales del bar se iban empañando por el calor que hacía dentro y
el fresco que producía la lluvia fuera,
yo hojeaba un periódico leyendo un artículo que trataba de los desahucios,
cosa que parce que cada día está más en las noticias de cada día, pero que no
es una cosa nueva, sino que eso hasta yo mismo lo predije antes que se pronunciaran los abuelos de Soria, y no
había que tener muchas luces para ver la que se podía venir encima.
Y es que” los arboles nunca llegan al cielo”
Hace unos siete u ocho años aun estando yo activo en mi vida
laboral y ya con una experiencia, no por nada, sino por el rodaje que uno ya
con más de medio siglo de historia tiene en el cuerpo. En aquellos años, aun
años de vacas gordas en la empresa que yo trabajaba se firmaban contratos nuevos, no por la expansión de la empresa, si no más
bien por cubrir las bajas de los que se jubilaban, si bien ya no en las mismas
condiciones que se había venido haciendo, si no con unas clausulas que de
alguna manera mermaban la nomina si se comparaba con otra que ya hacía algunos lustros que estaba
en activo. Toda esta gente de nuevos contratos, los que podíamos llamar hijos
de la abundancia, o por lo menos yo así los llamaba, porque entre otras cosas de alguna manera eran
reacios a hacer una hora extra y menos si era en fines de semana que un
servidor siempre estuvo dispuesto a hacer desde el primero hasta el ultimo día
en los 35 años y cuatro meses que estuve
trabajando en la empresa.
A mi me chocaba como estos chavales con veinte tantos o
treinta años(“los hijos de la abundancia”) pero eso si, con toda una vida por
delante se embarcaban en comprarse un adosado de 60 millones de las antiguas
pesetas y un coche de gama media alta en el garaje con un préstamo hipotecario
a 35 años, cuando yo a su edad trabajando 12 horas diarias no me atreví a
comprar más que un piso de 70 metros e iba los domingos por la mañana a hacer
horas en bicicleta.
Y es que esta generación, la que son nuestros hijos,
estudiaron más que nosotros, y uno no pode dar consejos a quien sabe más que
nosotros, contaban con dos sueldos, uno para pagar la hipoteca y el otro para
ir tirando de guita y esperar potra vez a final de mes. Pero yo pensaba, si los arboles crecieran un trozo cada año ya llegarían al cielo, pero
al cielo nunca he visto que haya llegado ninguno, unos por que se secan y otros
simplemente por que le cortan la guía. Desde entonces han pasado unos siete u
ocho años, y aquel bosque de arboles jóvenes
recién plantados que parecía llegarían al cielo muchos ya se han secado, otros
quizá será por el otoño, pero ya tienen las hojas mustias. ¿ Es que no lo veían venir.? Claro es que son
los hijos de la abundancia.
Gúmaro, 19 de Noviembre de 2012.
Qué razón tienes, Gumaro!!!!!
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