lunes, 19 de noviembre de 2012


LOS ARBOLES NUNCA LLEGAN AL CIELO

Esta mañana como ya tengo costumbre salí a dar un paseo, un paseo que se convierte cada mañana en unos 12 o 14 kilómetros. Y mira hoy por cuantas que a los 15 minutos de salir de casa me sorprendió una borrasca de agua que me hizo meterme en un bar, cosa que no acostumbro, pero esta vez  no tenía muchas mas opciones si no quería  que la camiseta se me quedara pegada al pellejo.

Pues bien, mientras estaba tomando un cortado sentado en una mesa, y los cristales del bar se iban empañando por el calor que hacía dentro y el fresco que producía la lluvia fuera,  yo hojeaba un periódico leyendo un artículo que trataba de los desahucios, cosa que parce que cada día está más en las noticias de cada día, pero que no es una cosa nueva, sino que eso hasta yo mismo lo predije antes que  se pronunciaran los abuelos de Soria, y no había que tener muchas luces para ver la que   se podía venir encima.
Y es que” los arboles nunca llegan al cielo”

Hace unos siete u ocho años aun estando yo activo en mi vida laboral y ya con una experiencia, no por nada, sino por el rodaje que uno ya con más de medio siglo de historia tiene en el cuerpo. En aquellos años, aun años de vacas gordas en la empresa que yo trabajaba  se firmaban contratos nuevos,  no por la expansión de la empresa, si no más bien por cubrir las bajas de los que se jubilaban, si bien ya no en las mismas condiciones que se había venido haciendo, si no con unas clausulas que de alguna manera mermaban la nomina si se comparaba con  otra que ya hacía algunos lustros que estaba en activo. Toda esta gente de nuevos contratos, los que podíamos llamar hijos de la abundancia, o por lo menos yo así los llamaba, porque  entre otras cosas de alguna manera eran reacios a hacer una hora extra y menos si era en fines de semana que un servidor siempre estuvo dispuesto a hacer desde el primero hasta el ultimo día en los 35 años y  cuatro meses que estuve trabajando en la empresa.

A mi me chocaba como estos chavales con veinte tantos o treinta años(“los hijos de la abundancia”) pero eso si, con toda una vida por delante se embarcaban en comprarse un adosado de 60 millones de las antiguas pesetas y un coche de gama media alta en el garaje con un préstamo hipotecario a 35 años, cuando yo a su edad   trabajando 12 horas diarias no me atreví a comprar más que un piso de 70 metros e iba los domingos por la mañana a hacer horas en bicicleta.

Y es que esta generación, la que son nuestros hijos, estudiaron más que nosotros, y uno no pode dar consejos a quien sabe más que nosotros, contaban con dos sueldos, uno para pagar la hipoteca y el otro para ir tirando de guita y esperar potra vez a final de mes. Pero yo pensaba,  si los arboles crecieran  un trozo cada año ya llegarían al cielo, pero al cielo nunca he visto que haya llegado ninguno, unos por que se secan y otros simplemente por que le cortan la guía. Desde entonces han pasado unos siete u ocho años, y aquel  bosque de arboles jóvenes recién plantados que parecía llegarían al cielo muchos ya se han secado, otros quizá será por el otoño, pero ya tienen las hojas mustias. ¿  Es que no lo veían venir.? Claro es que son los hijos de la abundancia.

Gúmaro, 19 de Noviembre de 2012.

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