PARA LA PUBLICACIÓN, PREVIO ANÁLISIS, EN LA WEB DE
ALISTE
UN SALUDO A LOS ALISTANOS, ORIGINALES Y DERIVADOS, DESDE BUENOS AIRES,
EN LAS FIESTAS Y VACACIONES VERANIEGAS.
Por
Simón KATON ÁLVAREZ.
Si vuelvo la vista atrás (sin deseos de estatua de
sal), al verano de 1950 (y anteriores), mi último verano en España, puedo
recordar casi a la perfección las tareas de los días y los sueños despiertos
de parte de las noches de aquellos duros
y lejanos, pero recordados, tiempos veraniegos.
Transplantados los quehaceres de rutinas anuales,
tan necesarias como imprescindibles, a este mes de Julio de 2012 (1), me vería en estas fechas de mediados de mes,
todavía en la parte de la siega del centeno con la hoz; que en este año 2012,
sería el turno de la Hoja de Arriba, que yo conocí siempre como de años pares. Y,
supongo lo sería, desde muchos años atrás.
Con Lober de Aliste, las Hojas eran coincidentes;
con Mellanes, Fradellos y Flores, todos de Aliste, los Hojas eran invertidas.
Con Rabanales de Aliste, sí había raya común, pero las praderas y montes
limítrofes de Rabanales eran patrimonio común del pueblo, que yo nunca conocí
sembradas. En general, las tierras sembradas de la Comarca eran de propiedad
privada, pero de espacio totalmente abierto, de manera que liberadas de los
cultivos, hasta la nueva siembra, pasaban a ser un espacio común de pastoreo
libre. De ahí la necesidad que los cultivos y las tierras libres de pastoreo,
entre pueblos vecinos, fueran en todo lo posible compatibles. Es decir, que los
cultivos de un Pueblo, a través de la raya común, no coincidieran con los
rastrojos de pastoreo del vecino, para evitar las tentaciones y daños de los
cultivos por las ganaderías vecinas. Esa normativa formaba parte del Digesto
Municipal, que yo de vez en cuando de pequeño
me entretenía en leer, y luego a años vista profundicé, para los pasos
previos de unas posibles oposiciones; tema en el que mi padre fue un experto
por interés personal de saber, y haber desempeñado los cargos de Alcalde
pedáneo en Tolilla (1931-32) y Alcalde ordinario en el Ayuntamiento de Gallegos
del Río (1933-Julio de 1936).
Voy a imaginarme la reproducción de “aquellas
tareas”, de un día tipo, con las herramientas en la mano desde el amanecer
hasta el ir a la cama a descansar las fatigas del día, no por mucho rato.
La vigilia empezaba cuando el Alba iba marcando su claridad en semicírculo por el
horizonte del lado del vecino pueblo de Lober de Aliste, que como es natural
queda al Este de Tolilla (de Aliste), mi pueblo de origen. Ese Alba muy
tempranera, a veces era de claridad refulgente, y otras venía con una carga
difusa de telaraña alumbrada color brasa, que los abuelos más entendidos (2) por sus experiencias, solían endilgarle “día de
más calor”, que los cercanos días pasados.
De hecho, Julio era el mes más caluroso, sobre todo
en los días que rondaban al de Santiago Apóstol, día 25, Santo Patrono de
Mellanes de Aliste, a cuya Fiesta yo concurrí en varias oportunidades.
Los más jóvenes de la partida, nos levantábamos con
desgano, dado que músculos y articulaciones de manos y rodillas, en especial
las bisagras a nivel lumbar / renal ( por el agacharse y volverse a levantar, al ritmo de las
manadas y compases de la hoz), no habían tenido tiempo de la tonificación
adecuada mediante el descanso. También era común levantarse inapetente, apetito
que reaparecía a medida que subía el Sol y los golpes de hoz se aceleraban, en
espera del almuerzo, pues más o menos de
las 8 a las 12 horas, era el tiempo de la siega con más productividad.
Recuerdo bien al romper las madrugadas, que
extremadamente temprano, en nuestro caso, por la ventana del sobrado de afuera,
que daba a la gran hiedra que cubría la pared que daba al Corral de Atrás, era
impresionante el zumbido de las abejas que venían a libar los tempranos frutos
de la misma, unas bolitas arracimadas que empezaban verdes para culminar en un
color morado. Por añadidura, siempre solían anidar alguna pareja de mirlos, y
de vez en cuando algún ruiseñor, que a pesar de sus bellos trinos, oficiaban de
despertadores molestos, en especial para los jóvenes y cansados segadores. Los
jilgueros, que también eran abundantes, tenían un despertar más soleado, aunque
los cantares del vistoso macho, estaban también en la pirámide de los mejores
cantores, pero todos después del ruiseñor. Los jilgueros y los ruidosos y nerviosos negrilleros,
anidaban en los sotos de negrillos u olmeras asociadas, que eran los “árboles
urbanos por excelencia”, hasta que llegara la peste de la “grafiosis”, en el
caso de Tolilla, allá por la década del 50/60, que había empezado en Holanda
por la década de 1920.
Venía el toque de diana sin corneta, ejecutado por
mi padre Pablo (madrugador empedernido, si los había) y, poco después, el toque
de la campana grande, con los tan, tan, tan sucesivos, llamando a la suelta de
las vacas de los corrales en
procura del armado de la Vacada, que en el caso, de este mes y año, supuesto
2012, el destino sería la pradera de las Fontaninas, con extensión a la de
Ferradales, para recalar en las praderas del Río Tubal a beber agua, Río Mena
abajo, y subir luego pasado el mediodía
por las cuestas de las Cortinonas hacia los Carrascones del Campo (yo me
sigo imaginando dos, aunque hace años sólo hay uno), que era el recinto de las
siesta de la Vacada.
Armada la Vacada, en manos de los dos vecinos
vaqueros de turno, con sus dos ayudantes infantiles cargados de sueño, de los
que formé parte de 1936 a más o menos 1939-40. El grupo de segadores, con la
hoz acomodada en la mano-brazo izquierdo, Pueblo arriba por la llamada calle
Real (había otra más corta, La Moral), camino del Campo hacia las tierras del
Sierro las Corzas, encima el Camino, o las Perinquinas. Como nosotros, por
culpa de mi padre, éramos de los más madrugadores, desde la parte alta del
camino del Ramallal ó Ramajal, se veían al resto de las cuadrillas familiares,
encarar el polvoroso camino ( pero fresco en las mañanas ), no con mucho brío,
hasta llegar a las respectivas tierras (fincas abiertas) de la zona, pues era
común, que por razones de madurez de los cereales/mieses, se encarara en forma
conjunta y al mismo tiempo la siega de las zonas geográficas comunes.
Como no sólo de siega vive el hombre, siendo la
misma consumidora de muchas energías y calorías biológicas, las mismas había
que reponerlas. Como dije, la costumbre del desayuno en la madrugada era poco
común; de manera que se esperaba, a eso de las horas 07:00 a 08:00, hora solar,
el almuerzo. Almuerzo que traía el ama de casa, generalmente la esposa/madre (
que se había quedado en casa para prepararlo), a bordo de las alforjas cargadas
en la burra de turno de cada familia, burra que venía debidamente albardada
para la carga, que transportaba además a la cocinera.
Uno de los almuerzos tipo que más recuerdo, en nuestro caso (aunque era común en Tolilla y
la Comarca), era el formado por : Patatas nuevas de la Cortina de Atrás; raspas
de bacalao, con espinas incluidas, que eran las grandes saborizantes; arroz a
gusto a punto; un refrito de manteca-aceite con cebolla, tomate, rodajitas
finas de chorizo y pimentón, que se iba infiltrando con suavidad por el camino,
para llegar a punto al lugar de las operaciones. Mezcla que era trasvasada a
los estómagos con cierta celeridad, para reanudar las tareas, hasta la colación
de las llamadas 10:00; donde se ingería con cierta rapidez, algo de tortilla,
con algo de pan y chorizo, enjuagado con un trago de vino tinto; de ahí, hasta
la comida, a eso de las 13:00 ó 01:00 de la tarde ( cuando el reloj solar de
referencia, que era la Peña el Burro en la Sierra la Culebra, entre Cabañas y
Sarracín, enviaba la propia sombra del observador, de la Peña hacia el pueblo
de Sarracín, a la derecha, mirando de frente 1/3 del recorrido), que el ama de
casa había dejado en preparación en horas de la mañana, con el cálculo del fuego necesario para la justa cocción, que
casi al 100% era una logística infalible; propia de la natural intuición de las
amas de casa de Aliste.
La comida solía ser, con frecuencia, alubias cocidas
(a veces garbanzos) con algo de tocino y espinazo de cerdo, o algo así, que se
comía a la sombra de alguna encina o roble de la misma finca, donde la mesa
eran unos surcos de tierra nivelados a patadas con cholas o abarcas, para que
más o menos llano, se pudiera extender sobre el suelo el rústico mantel, y
poner la olla de la comida encima; dado que la olla era común para todo el
corro de circundantes, que en forma acompasada cada uno iba metiendo y sacando
la cuchara llena, para meterla a la boca. Luego de la comida, aligerada con
algo de vino tinto, se dormía unos 30-40 minutos de siesta a la sombra de roble
o encina, que eran las sombras más saludables, en las horas de mayor calor.
A eso de las 05:00 de la tarde, se volvía a repostar
con algo de chorizo, jamón y pan, mezclados con cebolla dulce cortada con cuchillo
ó navaja, que se entendía ( y con razón, como está demostrado) que era
saludable , digestiva y depurativa. La tarea de la siega seguía, hasta mucho
después que el Sol apagara sus luminarias tras los cerros de Mellanes / Rabanales,
con la cortina portuguesa, que es decir el punto cardinal Oeste.
Oculto el Sol nuclear, por un largo rato quedaban
esos colores rojizos que seguían
alumbrando por reflejos , hasta que la manta de la noche cubría los Cielos
Alistanos, y el seguir segando, implicaba el cierto peligro que la hoz cortara
aparte de las pajas del centeno, alguna falange de los dedos de la mano
izquierda, sólo útil para tirársela al gato.
En esa penumbra que corría la noche hacia el Oriente,
las cuadrillas, previo ordenamiento de dejar atados los manojos ó haces de lo
segado, con el retorno de su hoz en mano, debidamente acomodada en brazo y mano
izquierda, medio doloridos por la faena (que ya venía con las cargas, para los
varones mayores, de la antecesora siega de la hierba a guadaña del mes de
Junio), arrastrando los pies por el camino polvoriento, que en muchos casos los
varones con pies en abarcas, como era el de mi hermano Paco y el mío, el polvo
se metía por la punta de las abarcas y oficiaba como molido talco de color entre
marrón y gris.
Por el camino a casa, centellaban abundantemente las
luciérnagas, en sus giros de ballet desordenado, con legiones de murciélagos
que con sus radares desplegados, hacían la cosecha nocturna de su sostén
alimentario. Aquí y allá, unas aves nocturnas grises (no recuerdo el nombre)
que se aplastaban metros adelante de los caminantes en el mismo camino, hasta
que casi se las volvía a pisar, de nuevo levantaban ese mismo corto vuelo, y
así sucesivamente hasta las cercanías del poblado. Por ahí en los costados del
camino, desde alguna de las añosas encinas del Campo, el silencioso grito de
algún mochuelo hacia los congéneres, con su algodonoso y bajo vuelo, hacia el
lugar donde su profunda y angular vista había descubierto la presa.
Se llegaba maltrechos a casa, y si esa noche no
había turno de riego, por ejemplo en las huertas del Alisón, tampoco había
apetito; de manera que con una ensalada de lechuga, se iba a dormir. En mi
caso, solía tumbarme en una larga banqueta de las del comedor, donde dormía un
par de horas; luego me despertaba y recurría a la cama a la segunda corta parte
de la noche, camino de la cercana madrugada, hasta escuchar el llamado de mi
padre Pablo, previo a los ¡tan! ¡tan! a repetición de la campana grande de la
torre de la Iglesia, accionada por el largo ramal de una soga, que colgaba
desde el campanario hasta las cercanías del suelo, llamando a desalojar las
vacas de los respectivos corrales para formar la Vacada de ese día.
Si por contrario imperio, había turnos de riego en
las huertas del Alisón (u otras), esas tareas a mi me encantaban y no había
cansancio que me excusara. Al contrario esas tareas de riego me rejuvenecían,
pues desde muy niño empecé a comprender al drama que representaba la falta de
agua para la economía de Aliste (3) en general,
incluida Tolilla y, naturalmente, el impacto muy negativo en la familiar, donde las patatas eran fruto
esencial de la alimentación de todos los días. De ahí surgía el dicho popular,
que respondía a la alimentación de la Comarca:”Por la mañana patatas, al medio
día patatolas, y por la noche patatas solas ”.
En esas noches de riego de las llamadas huertas del
Alisón; riego que provenía de una de las grandes azudas (azud) del Pueblo, la
de la Azuda el Ancho, que también abastecía a la calienda/canal conductor del
agua del Molino harinero, a cuyo efecto se había construido un terraplén de
piedras/lajas calzadas las unas con las otras, al debido nivel hidráulico que
manejaban los vecinos entendidos en base a sus experiencias. Cuando el nivel
del agua, a través de la corriente y su
dinámica de presión, superaba el terraplén, el agua discurría por el lecho
natural del Río (Mena), que metros más abajo se atajaba de nuevo, por parecido
procedimiento artesanal, hacia otro retén de regaderas. Una de esas regaderas
iba hacia las Huertas del Alisón; la otra, con un nivel más bajo, lateralizaba
las huertas del Alisón por la parte del Río, cruzaba el entonces camino de
rodera hacia Rabanales de Aliste, por la zona de la Güera / Huera, para el
riego de esa zona y la llamada La Juncal.
Pues bien, en esas noches de Julio por el Alisón, solíamos encontrarnos en el
riego por turno, Brígida, Teodora y Yo; eran huertas vecinas, ya fruto de las
repetidas particiones hereditarias, generadoras del famoso y destructivo
“minifundio”, que tiempos atrás (como otras muchas de todos los vecinos) habían
formado, juntas las tres, una sola unidad económica.
En Julio, los patatales florecidos en profusión con
sus frondosos ramajes verdes, y con las patatas bajo tierra en plena formación,
eran un encanto placentero, potenciado por las expectativas de “una buena
cosecha”, al ser todos los habitantes, grandes y pequeños, conscientes de la
importancia que las patatas tenían en la dieta alimentaria. El riego era por
inundación, si bien habían surcos iniciales que se iban aplanando con la tierra
desmoronada por los efectos del agua.
Era una delicia escuchar el burbujeo del agua al
empapar la tierra, producido por los gases de los estiércoles orgánicos
esparcidos para fertilizar la tierra antes de la siembra, más el desalojo del
aire acomodado en las cavernas subterráneas de las raíces y las patatas en
crecimiento, a 15-20 centímetros debajo de la superficie del suelo.
Asimismo, era divertido observar la fuga de los
grillos ramas arriba de las patatas (4) , que
durante el día por efectos del calor, se habían refugiado en los huecos de la
tierra, que abrían las raíces de las plantas y la presión del crecimiento
acelerado de los tubérculos.
Por añadidura, si la primavera había venido lluviosa,
el Río traía mucho más caudal de agua, y frente a las huertas, por debajo de
una puente de piedra el agua cantarina formaba una pequeña
cascallera/cascajera, donde por Mayo / Junio solían desovar los “barbos” (como
lo hacían los de la Juncal / Pozo el Pontón en otra cercana cascajera más
extensa) situados en la inmediata azuda (azud), una azuda, que como casi todo
el recorrido del Río Mena por el término de Tolilla, en la parte de la Ribera,
estaba colmado de alisos con profusos y frescos ramajes, y sus raíces abundantes
y entrelazadas asentadas en agua y tierra. En esa azuda, durante Julio, todavía
se podían hacer buenas pescas de cangrejos a cangrejera, dado que por el calor
buscaban las aguas más profundas y más frescas, a lo que contribuían en buen
grado, las tupidas y frescas sombras de los alisos. Al fondo de la noche, si
luna llena mejor, se escuchaban en varias direcciones los cruzados,
inigualables y competitivos cantos de los ruiseñores, siempre con sus nidos en
las cercanías del agua.
Río abajo, con la azada/sajo al hombro camino de la
Puente de Arriba, parte de la Calzada (de Arriba), escuchando parecidos trinos de
otros ruiseñores, interferidos por el volumen de los de algún mirlo. Subida al
sendero peatonal de las Cortinas de tras las Casas ( con patatas, muelas y
garbanzos en gestión verde), salto por la pared del Corral de Atrás, escalera
normalizada del sobrado de fuera, y a la cama a dormir, siempre y cuando (antes
del DDT, luego prohibido) no saliera algún chinche de su madriguera, que con su
mordedura rabiosa dejaba listas las uñar para el rascado de la aureola
epidérmica. La mañana no tardaría en llegar, para repetir las rutinas de cada
día en esos densos meses de verano ¡ La Vida en Aliste de los referidos tiempos
así lo exigía !
Es entendible, que para la mayoría de los
descendientes de Aliste de las nuevas generaciones, en gran mayoría nacidos en
otras latitudes, estos relatos de modos de vida le resulten muy extraños. Pero
conste que la vida en la Comarca era así. Así de sencilla, así de complicada,
donde a partir de los 5-6 años había que empezar a asumir adecuadas
responsabilidades de colaboración familiar, para contribuir en todo lo posible
con la precaria y difícil subsistencia.
Y esto es una pequeña muestra, pues en carencias y
necesidades de medios de comunicación, instrucción, sanidad y cobertura social,
no existía nada, de nada. En la gran mayoría de los pueblos de la Comarca,
empezando por el mío, no había luz eléctrica (yo en Tolilla, de donde salí en
Abril de 1951 para Argentina, no la conocí). Tolilla tuvo Escuela y Maestros
allá por 1930, Flores y Fradellos avanzados los 40; los caminos, de caballerías
y roderas, fangales en invierno y polvorientos y llenos de socavones en verano.
La salud ¡Ah la salud ! Estaba sujeta a los principios darwinianos de Evolución
y adaptación de las especies:”Sobrevivían los más aptos”. Y así eran las
condiciones de la Vida en la Comarca ¿De qué se murió fulano, fulana, etcétera
? De un ataque, de un cólico miserere, de…¡No se sabe…!
Pero como dice el refrán :” Lo que no mata engorda”,
que en términos actuales quiere decir “ fortalece”, pues el engordar de antaño
era sinónimo (falso, a la luz actual) de salud. De manera que esos estados
crónicos de necesidades, convertidos en “angustia existencial”, del permanente rogar al cielo y llorar al suelo, de
los vecinos de Aliste (que lamentablemente no eran los únicos), fueron creando
un biotipo, aparte de bastante endogámico, por el minifundio imparable,
perseverante y luchador; teniendo claro que entre el desear y el llegar, hay un
duro camino de voluntad, esfuerzo y
trabajo. Y cuando el desarrollo económico global hizo posible la movilidad
social, la Comarca (como otras muchas), fue liberada por el “gran éxodo” hacia
otras muchas latitudes, que como todo éxodo en todos los tiempos, siempre lleva
consigo un alto grado de carga traumática, en especial el desarraigo familiar
en su primera fase. Pero obtenido el cociente de Beneficio/Costo (e), el mismo
ha sido ampliamente favorable.
Aliste es Historia. Pero en los Cementerios de la
Comarca, están concentrados los genes de casi todas nuestras generaciones
precedentes. Y de la misma manera que nuestro ADN mitocondrial, refiere una
identidad de no menos del 99,99 %, la fidelidad a las raíces, siempre tiran y
enlazan los sentimientos.
¡Felices vacaciones! Veraniegas para el Norte,
Invernales para el Sur, y en el Medio para los residentes Tropicales.
Buenos Aires, 17 de Julio de 2012
Un abrazo.
Simó
NOTAS:
(1).Yo en forma oficial, comencé a segar con la hoz,
luego de algunas pruebas en Julio de 1939, con 09 años, donde alternaba las
funciones de aguatero para la muy reducida cuadrilla familiar de la siega, con
algunas tardes de tanto en tanto, que dedicaba a la pesca de los cangrejos en
el Río (Mena), para el propio consumo, con la dotación de la docena de
cangrejeras que poseía. Pesca reducida a un par de azudas, más profundas y
sombreadas por los alisos ribereños, con agua más fría, donde los
cangrejos y su amplia reproducción se
iban refugiando a partir del mes de Junio, cuando empezaban los calores
fuertes. En 1940, potencié la participación en forma voluntaria, casi a pleno,
para pasar definitivamente a la acción en el año 1941.De 1942 a 1944, era un
buen segador, y del 1945 al 50 (mi última siega) un segador excelente. También
llegué en esos años a la excelencia en la siega de la hierba con guadaña,
superando en mucho a mi padre, que era bueno; asimismo, de los mejores en el arar, tanto en la paridad de los
surcos, como en la derechura de los mismos, los longitudinales, los atravesados
en pequeña diagonal de desagüe, o en diagonal profunda, tomando como referencia
algún punto lejano fijo, enfocado en la muesca – era el punto de mira – de la
parte de arriba del yugo que uncía a la pareja de vacas, que tiraba del arado,
una versión moderna del antiguo arado romano.
Sobre estos elogios señalados, decía Cervantes por
boca de Don Quijote, en el Capítulo XVI, Segunda Parte, en el relato del
Caballero del verde gabán, el rico don Diego de Miranda:”…y puesto que las propias
alabanzas envilecen, esme forzoso decir yo tal vez las mías, y se entiende
cuando no se halla presente quien las diga…”. Pero bueno, yo lo cuento,
porque ya no tengo abuelas que lo puedan decir, ni padres que lo puedan
testificar y, de los de mi generación, en el escenario de origen, ya quedan muy
pocos que lo puedan contar.
(2).En
esos remotos años, no había televisión, ni noticieros, ni otros medios que
difundieran el tiempo que hacía, ni previsiones del tiempo por horas, días y
semanas. Sí había presagios de los que acumulaban años en las espaldas, en
función de las experiencias de la vida.
No obstante algunos vecinos, en Tolilla mi abuelo
Simón lo compraba cada año, adquirían un pequeño calendario, un opúsculo, que
se llamaba Calendario Zaragozano para
todo el año. El mismo día por día, traía las horas de salida y puestas del
Sol y de la Luna, las fases de la Luna, y una serie de consejos prácticos para
las siembras, las podas, las plantaciones, los injertos y otros consejos
prácticos. España se dividía en regiones, y les iba asignando fenómenos
meteorológicos obvios, a lo que solía suceder en las distintas latitudes:
Lluvias en Galicia y el litoral cantábrico, casi todo el año; tormentas y
granizo por Mayo Junio en muchos lados;
heladas y nevadas en el invierno; calores en verano, con largas sequías;
lluvias torrenciales por Agosto-Septiembre en el Este peninsular, y cosas por
el estilo. Era una recopilación informativa de lo que solía suceder, en los
distintos lugares, expresado por los habitantes con experiencia a través de
varios años antecedentes.
Que dijera que del 20 de Julio al 05 de Agosto, en
el Noroeste de la provincia de Zamora iba a hacer mucho calor, de día y de
noche; o que los viñedos del Sur del Duero y cultivos aledaños de las Tierras
del Vino, podrían ser afectados por el granizo de Mayo a Julio, era una
obviedad, pues sí podía suceder, y de hecho de vez en cuando sucedía. Si por
desgracia granizaba, el calendario acertaba, y si por suerte no pasaba nada,
nadie se acordaba.
Algo parecido a un médico obstetra, renombrado por
los aciertos de pronosticar el sexo
de los embarazos en curso y consulta, en función de unas variables de
auscultación y revisación de las embarazadas. Se cita como hecho real en el
Buenos Aires de antaño. Cuando las embarazadas venían a la consulta, y le
preguntaban qué iba a ser ¿varón ó mujer?, el galeno le contestaba con total
seguridad ¡ Será mujer, le decía ¡ Él médico llenaba una ficha, en la que
entre otros datos ponía: Sexo: Varón.
La inversa, mujer, si había
pronosticado varón. De esta manera, si el médico había acertado, la familia
divulgaba el acierto, y era un genio. Si se había equivocado (+-50%) vendría el
reclamo, pero ¡claro!, él recurría a la ficha, y decía: No, está equivocada
¡Mire! Le mostraba la ficha (donde había asegurado varón, había escrito meses atrás mujer, o la inversa, según las promesas).De manera que la mitad eran aciertos, y el otro 50%, no
eran equivocaciones.
(3).Yo
tengo muy presentes las sequías de 1943 a 1945, en especial la del 45, donde en
el término de Tolilla se secaron todos los manantiales ( a excepción de la
Fuente del Pueblo, de agua ferruginosa, sita en la parte baja del Campo, fuera
del Pueblo), y desde 1943, en el lugar del Río Mena denominado Los Llenaderos,
seco total con el limo del fondo resquebrajado por el calor, hubo que cavar un
pozo bastante profundo para llegar a una napa de agua subterránea que estaría
relacionada con la que surtía al Pozo de Arriba y al Pozo de Abajo, que también
se secaron. Algunos pocos manantiales no se recuperaron, o cambiaron de curso,
eso a pesar del año muy lluvioso de 1946, lluvias que habían comenzado en los
últimos meses de 1945.
Fueron años muy angustiosos para los vecinos de
Aliste. Hubo escasez de todo, empezando por un invierno 44 / 45 muy seco, la
primavera ventosa y seca, de manera que sin pastos ni hierba en los prados para
el ganado: ovino y bovino; casi nada de legumbres ni hortalizas, con una pésima
cosecha de patatas, pocas y raquíticas.
Lamentablemente esos ciclos de sequías se repetían
con bastante frecuencia, y los ánimos comarcales se caían por los suelos.
(4).Allá
por los años por los años 1942-43, los patatales que siempre en Aliste habían
gozado de buena salud, resistentes a las plagas, allá por el mes de Junio,
florecidos o a punto de florecer, de la noche a la mañana aparecieron muchas
plantas de patatas con todas sus hojas desaparecidas, por el roído de unas
orugas glotonas. En las primeras observaciones aparecieron una especie de
pequeños escarabajos amarillentos con rayas y pintas negras, llamado dorífora o
escarabajo de la patata; en la parte opuesta de todas las hojas, gran cantidad
de huevos, que se convertían en larvas, que comían las hojas, luego se
enterraban, y reaparecían como nuevos escarabajos. Era su ciclo vital, y desde
muchos años atrás en los EE.UU de Norteamérica, ya venían combatiendo la plaga,
dado que allí al parecer comenzó a fines del siglo XIX en el Estado de Colorado.
El combate o pesticida aplicado a la agresiva plaga
por las tierras de Aliste, hasta por lo menos principios de 1951 (fecha de mi
viaje a la Argentina), era una solución acuosa de arseniato de plomo, con la
que se pulverizaban las plantas en crecimiento de los patatales. Sin duda era
un elemento tóxico, no sé en qué grado. Tampoco sé si se siguió aplicando, o
siguió el camino del famoso y pernicioso DDT, el liquidador final de todos los
insectos ¡¡¡La solución definitiva!!! Poco después, se determinó que era
portador de una toxicidad incompatible con la Vida; naturalmente se prohibió
para el uso masivo, pero el bienhallado Dicloro-Difenil-Tricloretano quedó
circulando por el ambiente por mucho tiempo, y a ciencia cierta, no se sabe de
cuántas muertes de personas y animales ha sido causante, pero seguro de muchas.
De cualquier manera, ha sido un elemento tóxico más, de los muchos productos de
la industria farmacéutica, que son la panacea, y años después son prohibidos
por los daños producidos en la salud. Son retirados del mercado, pero el
negocio y los daños ya estaban hechos ¡
Que pase el siguiente !
Buenos
Aires, 17 de Julio de 2012.SKA.///
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